Los estudiantes Nikolas Carapellatti (I) y Rebecca Witzofsky en la apertura de un Starbucks en lengua de signos el 23 de octubre de 2018 en Washington. AFP


La cadena Starbucks inauguró este martes en Washington su primer café en Estados Unidos cuyo personal, mayoritariamente integrado por personas con diverso grado de sordera, puede expresarse en lengua de signos.

A primera vista, este local no se diferencia en nada de cualquiera de los otros Starbucks que se multiplican en cualquier gran ciudad del país.

Lo que sí distingue a este café es el silencio, a pesar de la gran afluencia de público, rara para una mañana de martes. Vestidos como todos los empleados de Starbucks en el mundo, con camisa negra y delantal verde,los jóvenes de este local hablan en ASL, la lengua de signos estadounidense.

Rebecca Witzofsky, de 20 años, y su amigo Nikolas Carapellatti, de 22, esperaban con impaciencia la inauguración del primer Starbucks de este tipo en Estados Unidos, que sigue el modelo de otro abierto en 2016 en Kuala Lumpur, Malasia.

"Esto ofrece a las personas sordas un lugar, fuera del campus universitario, en el que pueden socializar y comer", dice Rebecca, una estudiante en la cercana universidad Gallaudet, una de las pocas en el mundo dedicadas a las personas con dificultades de escucha o sordas.

"En un Starbucks normal, o bien intento hacerme comprender hablando o bien pido al personal lo que deseo a través de mi teléfono", señala. "Aquí tu nombre aparece en una pantalla cuando tu pedido está listo, no tienes que esforzarte para entender".

Sentados en la terraza con sus bebidas calientes en vasos de cartón, Albert y Peggy Hlibok, una pareja de jubilados, aprovechan esta ocasión de poder "ingresar al mundo de los que escuchan".

"Es una oportunidad formidable para todo el mundo", dice la señora Hlibok con ayuda de un intérprete. "Esto enseñará a la gente que no debe tener miedo de comunicarse con personas sordas".

En la primavera boreal pasada, hubo llamados a boicotear a Starbucks tras la detención de dos negros en uno de sus locales en Filadelfia. Tras ese incidente, la cadena cerró durante media jornada sus 8.000 establecimientos para sensibilizar a sus empleados en temas relacionados con el racismo.

Dos meses después, la empresa despidió a un empleado que se burló de un cliente tartamudo.