Héctor Hernández compró las semillas para cultivar maíz, alquiló media manzana de terreno y pagó a una persona para que sembrara. Ya ni recuerda cuándo fue la última vez que llovió, solo piensa con suma preocupación en la milpa que comienza a secarse y deja la situación a la misericordia divina.
“En esta situación que estamos ahorita, pues, si Dios no tiene misericordia de nosotros, estamos para perder más que para aprovechar. No es fácil, uno se alegra cuando ve el clima que es invierno, yo anoche (miércoles) estaba tan contento que iba a llover y nada”, relató Hernández con sudor en frente y viendo su pequeña milpa en el cantón La Palmera, de Ciudad El Triunfo, en Usulután.
Usulután es uno de los departamentos más afectados por la sequía severa que atraviesa la zona oriental desde el pasado 22 de junio y que hasta este miércoles sumó 21 días, según el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).
Hernández tiene 12 años de dedicarse al agro. El 20 de julio su milpa cumplirá dos meses de sembrada y la mayoría de plantas comienza a secarse del tronco y hojas. Compró con su propio dinero las semillas y los fungicidas, alquiló media manzana de terreno y comenzó a cultivar, pero luego “me enfermé y me tocó que pagar mano de obra” para no perder la cosecha.
“Así como está la milpa, al llover puede lograr algo pero ya no será lo mismo que yo esperaba”. Esperaba obtener entre ocho y 10 quintales para autoconsumo o venta.
Alejandro Ramirez, quien ayuda a su tío José Salomón Ramírez en el cultivo de una manzana en La Palmera, inició la siembra de maíz en mayo, cuando comenzó la temporada lluviosa. Dos meses después, observa cómo el calor y la ausencia de lluvia han erosionado la tierra y secado el tronco de sus plantas. Aseguró que “toda la semilla sembrada aquí es comprada por el agricultor” y para mantenerla se requieren tres aplicaciones de abono. La primera cuando se siembra la planta, la segunda 20 días después y la última 40 días más tarde de cultivada. No obstante, indicó Ramirez, solo lograron realizar la primera aplicación y “la de 20 días no se le pudo dar porque ya estaba afectando la sequía y para que el abono se deshaga debe llover o que la tierra esté húmeda”, agregó.
Evelyn de Rodriguez, también productora, aseguró que si no llueve - y si “las hormigas o las ratas no se comen antes las plantas”- al menos pueden vender el zacate para el ganado. “El zacate se corta y hay que esperar la postrera para volver a sembrar. Si llueve en una semana se recupera, pero si la hormiga o la rata se lo come, ya no germina”, dijo.