La presa hidroeléctrica El Chaparral, ubicada en San Luis de La Reina, San Miguel, estaría lista hasta el primer semestre de 2019, pero ahora costará $110 millones más de lo previsto, indicó ayer la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (Grupo CEL).

Autoridades de la autónoma recorrieron ayer la obra, que muestra un avance del 70 %. El presidente de Grupo CEL, David López Villafuerte indicó que “con las ganas de terminar antes, nosotros siempre poníamos metas difíciles”, pues en varias ocasiones aseguraron que el proyecto estaría listo a mediados de este año.

El retraso en la construcción responde, según López, a que debieron esperar la aprobación de los diseños de detalle para “evitar futuros arbitrajes”. Aunque evitó comprometerse con una fecha de cuándo funcionaría la represa, indicó que “entre marzo o mayo terminaría el monstruo del dique (la pared que detiene el agua), que es inmenso”.

El Chaparral tendrá capacidad para generar 67 megavatios (MW). En un principio, la CEL proyectó invertir $290 millones, pero ayer el presidente de la institución aseguró que el costo se elevó a $400 millones, $110 millones adicionales.

“Las administraciones anteriores mintieron, porque los anteproyectos (...), quizás solo ponían el costo de la turbina, no ponían el costo de un montón de cosas adicionales”, manifestó.

El Chaparral será la única represa en El Salvador con una cámara de carga, aseguró ayer el Grupo CEL. / Jorge López


El Chaparral, una historia de trabas

La idea de construir El Chaparral surgió en 1998, bajo la administración del expresidente Armando Calderón Sol, luego de que CEL ordenara un estudio sobre los territorios adecuados para instalar una central hidroeléctrica. Esa investigación encontró “como posible buena ubicación” la zona actual del proyecto.

Entre 2001 y 2004, la cooperación japonesa elaboró un estudio de prefactibilidad y como resultado dejó un anteproyecto “de lo que podría ser una represa”. Con ese primer diseño se lanzó una licitación para la construcción, sin realizar otras investigaciones sobre las condiciones aportadas en el primer análisis, aseguró CEL. La ganadora del concurso fue la italiana Astaldi, quien dejó incompleta la obra, pero aun así recibió un pago de $108.5 millones.

En 2014, CEL ordenó pasar del anteproyecto a un diseño de detalle y modificó la estructura de la represa, al incluir la cámara de carga y la tubería.

Sin embargo, en agosto de ese año, la Fiscalía General de la República intervino la construcción para investigar las negociaciones acordadas con Astaldi, por lo que se suspendieron las obras hasta mayo de 2015.

Uno de los principales inconvenientes con el primer diseño era que el dique estaba demasiado próximo a los límites con Honduras, además de la posible afectación por el desemboque del agua y cambios en el cauce que lleguen a invadir dicho país.

CEL ordenó mover el dique 670 metros arriba de la ubicación inicial, construir una cámara de carga de 105 metros cúbicos de agua y un túnel al interior de la montaña de 735 metros de longitud, detalló Nelson Villegas, jefe oficina de sitio de la presa.

El funcionario indicó que estas dos obras “se suman” en el incremento en los costos, y garantizarán que las turbinas tengan un volumen de 50 metros cúbicos de agua. Explicó que la excavación de la casa de máquinas, donde se generará la energía, se ubicarán dos turbinas grandes con una capacidad de 33 MW, cada una, y una pequeña de 1.42 MW.