Además de cumplir su rol como dinamizadoras de la economía y generadoras de empleos, las empresas deben involucrarse en el desarrollo social y sostenibilidad ambiental de los países, según plantean organismos de cooperación internacional.
La Fundación Empresarial para la Acción Social (Fundemas) presidió ayer la reunión de cuatro agencias de cooperación extranjera y la representación diplomática de la Unión Europea en El Salvador, que discutieron sobre la contribución de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y la sostenibilidad para el desarrollo.
El presidente de Fundemas, Tomás Regalado Papini, aseguró que “la responsabilidad de una empresa va más allá de generar riqueza”, a pesar de que la visión tradicional indica que el aporte social de estas se limita al pago de impuestos y generación de empleos.
Gerardo Tablas, representante del Consejo Regional de Alianzas Público-Privadas de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), aseguró que hoy en día las empresas lideran los aportes de cooperación internacional para el desarrollo. Estas contribuciones representan hasta el 80 % de los fondos de USAID.
Esto, explicó, demuestra el papel que juega la empresa privada en el desarrollo de los países. Al respecto, Andeu Bassols, embajador de la Unión Europea en El Salvador, asegura que la empresa privada, además de tener la disposición de invertir más para lograr el crecimiento, debe apostar por el crecimiento sostenible.
Para Carmina Moreno, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en El Salvador, este crecimiento debería además incluir a todos los sectores de la sociedad, y “no solo el desarrollo de la empresa”, si no de toda su cadena de valor.
Rafael Pleitez, representante del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), aseguró que el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas en 2016, ubicó a El Salvador como un país con un bajo desarrollo social, con una calificación de 0.68 de 2.0.
No obstante, explicó, el país podría llegar a 0.70 y considerarse como “un país de desarrollo humano alto”, si las empresas y el Gobierno lograran establecer un diálogo que genere “una agenda de desarrollo a largo plazo”.