La Casa Blanca estaba blindada con vallas, un fuerte cordón policial. Afuera manifestantes reprochaban al presidente Donald Trump.


Enormes barreras metálicas, patrullas de policía, agentes fuertemente armados y muchos periodistas filmando aquellas escenas. Así se veían los alrededores de la Casa Blanca la mañana del martes, el día de la elección presidencial estadounidense.

El cerco era hasta de unos 500 metros a la redonda y en la primera zona despejada, al norte de la Casa Blanca, un grupo de manifestantes llenaban el cerco metálico de mantas y carteles contra el presidente Donald Trump. La cerca estaba colocada en Lafayette Square, un parque al que usualmente la gente tiene acceso pero ayer lucía cerrado y fuertemente custodiado.

Un manifestante gritaba consignas contra Trump, otro cantaba canciones de protesta, algunos vendían parafernalia electoral a favor de Joe Biden. Muchos se identificaban como miembros del movimiento Black Lives Matter, el movimiento que demanda el respeto a la vida de los afroamericanos en Estados Unidos tras los incidentes en que policías mataron a personas de esa raza.

Emplados latinos instalaban ayer las barreras de madera por si se dan actos violentos tras elecciones.


Blindados.

El ambiente en Washington era muy diferente ayer a lo que uno está acostumbrado a ver en una situación normal.

Desde el fin de semana, docenas de negocios colocan láminas de plywood en sus vidrios para protegerse de posibles incidentes de violencia ante el temor de reacciones extremas tras los resultados de anoche.

 
“No, no estoy pensando en discursos de aceptación de derrota, espero no ser uno de esos. Ganar siempre es fácil, perder no es nunca fácil, para mí no lo es”. Donald Trump, presidente de EE.UU.

Ayer por la mañana aún había obreros cortando pedazos de madera. Había muchos negocios cerrados con rótulos explicando que por prevención habían decidido mantenerse así.

“Al menos tenemos trabajo extra”, me dijo Óscar, un salvadoreño que declinó decir su apellido y que aseguró ser de San Miguel.

Óscar cortaba madera junto a otros dos hombres en la zona de la Avenida Connecticut y donde cubrían de láminas de madera una sucursal bancaria.

Entre uno más se acercaba a la Casa Blanca, la cantidad de policías y de negocios cubiertos de láminas de madera era mayor.

Ni siquiera en los días posteriores a los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la Casa Blanca se miró así.
“Lo más importante en nuestro país es que continuamos el proceso de tener una elección libre, justa y pacífica”. Jeh Johnson, exsecretario de Seguridad

Importantes tiendas en una de las avenidas de Washington D.C. lucían ayer protegidas con placas de madera.


Casa Blanca escondida.

La Casa Blanca, que usualmente es visible a un par de cuadras y se puede caminar en sus alrededores, estaba bloqueada.

Hasta en la parte sur frente al Obelisco, había enormes cercas metálicas y los controles policiales también vigilaban la zona. Muchos periodistas podían verse filmando las inéditas escenas.

Mientras tanto, el presidente Donald Trump aparecía dando declaraciones a los medios diciendo: “No, no estoy pensando en discursos de aceptación de derrota, espero no ser uno de esos. Ganar siempre es fácil, perder no es nunca fácil, para mí no lo es”.

Y quizás ese discurso es lo que ha provocado toda la tensión que se ve hoy en Washington.

Jeh Johnson, el último Secretario de Seguridad Interna de la administración de Barack Obama lo explicaba así: “Esta es una elección muy emocional, esta en particular, y sin importar lo que suceda, una parte del país estará muy desilusionado”.

Los centros de votación lucían bastante vacíos y la explicación es que más de 100 millones de estadounidenses ejercieron su derecho al voto de manera adelantada, una modalidad que se han apresurado a utilizar más este año debido a la pandemia del coronavirus.

“Lo más importante en nuestro país es que continuamos el proceso de tener una elección libre, justa y pacífica”, dijo Johnson al reconocer el valor de las elecciones.