Bastó caminar un par de cuadras antes de llegar al centro de la ciudad de San Miguel, para percartarse que el tráfico era fuerte, la gente iba y venía como si nada. Como si no hubiera cuarentena, mucho menos una pandemia.
El comercio en San Miguel volvió a reactivarse y no porque hay orden legal, sino por necesidad. Buena parte de los negocios ya están atendiendo, sin respetar el distanciamiento social.
“Yo tengo niños pequeños, soy vendedor informal vivo de lo que a diario vendo, me toca pagar alquiler, agua, luz y comida, ya no puedo seguir en cuarentena” fue el argumento de un comerciante de CD’s y películas pirata.
Él no era él único. Ventas de ropa, electrodomésticos, calzado y accesorios para teléfono también abrieron sus negocios en el centro y mercado de San Miguel.
Las calles con un gran número de personas, en la Perla de Oriente, están dejando atrás la soledad que permitía el encierro, porque la necesidad está superando el confinamiento, a pesar del miedo al contagio.
“Aquí todo mundo ya está como si nada, la gente viene desde temprano y el mercado está siempre lleno”, aseguró un taxista que a diario traslada pasajeros del centro de la ciudad. Solo la ciudad migueleña registra 11 casos positivos de COVID-19, y el departamento 13 en total.
La alcaldía municipal evalúa la posibilidad de habilitar más mercados móviles, la semana pasada puso en funcionamiento dos en las afueras del estadio Juan Francisco Barraza y en el parque de la colonia Ciudad Pacífica, para evitar aglomeraciones en los mercados.
Ayer, el alcalde Miguel Pereira, señaló que en cinco días de controles sanitarios han detectado 80 casos febriles de personas que buscan ingresar a la ciudad.
“No soy irresponsable, necesito ganar para la comida”, dice una vendedora al indicar que no es justo que se les acuse de propagar el virus. “Si usted tiene un salario fijo, dichoso, pero no es la realidad de todos. No puedo dejar a mis hijos sin comer” expresó.