Aún con el peligro de la torre dañada, los pobladores de Las Mesas siguen usando la garrucha para transportarse. / Rosa Fuentes


Desde hace 45 años, José Benjamín Díaz dice que utiliza “El Torbellino”, para trasladarse desde un extremo del río Grande, en el caserío Las Mesas, hasta el otro lado en el cantón El Zamorán, en San Miguel.

La garrucha, a la que llaman “El Torbellino”, es la única forma de transportarse para poder llevar la leche que venden en ese poblado, pero las recientes lluvias, y con estas, las crecientes del río Grande han comenzado a amenazar una de las torres que sostiene el cable de acero.

“Son 18 metros de ancho los que tiene el río por el cual cruzamos los alimentos y la leche que todos los días salimos a vender hasta el cantón El Zamorán, y si se cae la torre quedaremos incomunicados. (La torre) necesita de unas buenas bases y no tenemos recursos para arreglarla, nosotros, los de la comunidad”, aseguró Díaz.

El ancho del río, que estos días ha hecho gala de su nombre, se puede cruzar en unos 12 minutos, si la persona que conduce a “El Torbellino” tiene fuerza y experiencia.

Una de las dos torres de la garrucha se ha dañado por las crecientes del río Grande. / Rosa Fuentes


“Aquí hay gente que ha perdido hasta los dedos cruzando, porque a veces pierden el impulso y tienen que empujar con su propia fuerza. Toda la vida hemos pedido que nos hagan un puente y nadie nos ha respondido”, sostuvo Cristina Carballo, una las habitantes que cruzó el río que temor, para llegar a su vivienda.

Las 28 familias que habitan el cantón Las Mesas no piden lujos “un puente de hamaca o una pasarela”, les solventaría el problema de comunicación vial. Durante el verano no tienen mayor inconveniente porque pueden cruzarse el río a pie; sin embargo, en el invierno el Grande de San Miguel los obliga a usar la garrucha.

El alcalde de San Miguel, Miguel Pereira, dijo que harán una inspección en la torre que ha sufrido daños, porque son 15 niños los que se trasladan en garrucha durante la época escolar.