Eran las primeras horas de la madrugada del domingo 13 de septiembre, todos dormían y de pronto las fuertes corrientes que bajaban del volcán Chaparrastique, la ciudad migueleña y la acumulación por las lluvias rebalsaron la quebrada El Tizcuco, ubicada atrás de del rastro municipal.
“La quebrada rebalsó y nos inundó. Por poco se lleva a mi mamá, pero la amarré a la hamaca, mi hermano fue arrastrado, casi se muere” declaró una de las afectadas por el derrumbe de la parte trasera del muro perimetral del rastro municipal en la colonia Jardines de Bolonia en San Miguel.
Romilda Bautista, de 83 años, miró con angustia como sus nietos, de entre los 15 y 19 años de edad, se aferraban a los pilares de su vivienda para no ser arrastrados, mientras ella se aferraba a los manguillos de una hamaca.
“No me quites a otro de mis hijos, ya enterré a cuatro, te lo pido de corazón una muerte más ya no lo soportaría”, eran las súplicas de la octagenaria al Todopoderoso, en medio de la angustia por la corriente de la quebrada El Tizcuco, que entró a su casa por ventanas y puertas que fueron derribadas por la fuerza del agua.
La anciana dice que solo recuerda un estruendo. “Sólo vi como las camas, el ropero y la cocina y electrodomésticos salían con velocidad y como mi hijo se aferraba a que el agua no lo arrastrara, pero el cansancio lo venció y ya no lo vi”, dice la mujer entre el llanto.
La fuerte tormenta inundó al menos 11 viviendas en la colonia Jardines de Bolonia y derribó un muro del rastro municipal, permitiendo que el agua se mezclara con desechos de animales.
El domingo, el alcalde municipal, Miguel Pereira, prometió enviar personal a verificar los daños y para entregar paquetes solidarios, pero ayer los vecinos resintieron que nada de eso había ocurrido.
“La situación es bien difícil porque somos afectadas directamente, hemos perdido todos nuestros bienes materiales que por muchos años hemos trabajado para comprarlos y aún no encontramos ayuda para retirar los escombros”, señaló Wilber Rosales, uno de los afectados.
El año escolar
La preocupación de la familia Bautista Rosales también es que el agua dañó por completo las computadoras de sus hijos, quien a causa de la pandemia del covid-19 reciben sus clases de forma virtual.
“No quiero que mis hijos pierdan el año escolar ellos siempre han concluido su año de estudio con honores, pero la tormenta nos ha dejado sin la herramienta necesaria”, dijo la mamá de los dos niños.