Los salvadoreños somos buenos para procrear hijos, y eso, desde mi punto de vista, es un factor que estanca el desarrollo de un país. Un hogar pobre en un país subdesarrollado con muchos hijos es sinónimo de más pobreza. Si tuviéramos recursos naturales, educación de primer mundo e índices de crecimiento, la situación sería diferente.

Un salvadoreño se merece educación de calidad, hospitales con equipos modernos, medicinas y atención de calidad. Como padre de una estudiante de medicina, me entero que algunas personas tienen que comprar medicamentos. Eso se corrobora en el hospital Rosales.

En Facebook realicé las siguientes interrogantes ¿Cómo estuviera El Salvador si no hubiese emigrado más de tres millones de personas? ¿Existen oportunidades laborales para todos? ¿Será que la solución es emprender un negocio? ¿Cuál es la fórmula para tener educación y salud de calidad? ¿Cómo saldrá de la pobreza el 40% de la población?

Para responder a las interrogantes que hice, se debe hacer mucha reingeniería. Con el sector educativo, nos quedamos atrasados. La pandemia del covid-19 vino a destapar la situación que vive el sector educativo. Muchos estudiantes no tienen la capacidad económica para tener todo el equipo tecnológico en su hogar. Ahora resulta que prohibirán a los medios de comunicación para que no realicen reportajes en las escuelas.

Necesitamos muchas empresas para que la juventud tenga un empleo. Se debe reactivar más la agricultura. Somos un país en un proceso que no somos “ni chicha ni limonada”, solamente las familias que reciben remesas viven bien o tienen lo justo y necesario. Las estadísticas no mienten, la población no está bien; no es lo mismo recibir un bono, alimentos que, tener una plaza laboral.

La austeridad es otro aspecto que debe analizarse para que el país progrese. Anteriormente hice un análisis sobre este tema, si los Órganos del Estado, autónomas y alcaldías continúan con lo mismo de siempre, no saldremos adelante. No es solamente en la Asamblea Legislativa (AL) donde debe de haber austeridad. En el presente Gobierno también los magistrados y empleados de alto rango de Casa Presidencial deben aplicar la austeridad.

Para salir adelante debemos abolir el nepotismo, que se fortalezca el sector justicia, que haya una separación de los Órganos del Estado, una CICIES que persiga la corrupción y una Ley de Acceso a la Información Pública que vigile todos los proyectos que se realizan.

No es posible que desde las universidades estemos brindando propuestas al Gobierno y no sean tomadas en cuenta. Cada familia sabe lo difícil que es salir adelante en este país. Para muchos la solución es emigrar; razones abundan.

El año va de picada, se les pregunta a los salvadoreños cómo ve la situación del país y responden: “vamos por el camino correcto”. No podemos vivir en una burbuja, el que tiene un buen trabajo dirá que todo está bien. Sin embargo, mucha gente vive con un sueldo mínimo que apenas alcanza para sobrevivir. En otros países como Ecuador, el sueldo mínimo es de $400.

Otra solución es emprender un negocio, para ello debe desaparecer las extorsiones. Todos sabemos que, en un gran porcentaje, la economía de este país ha dependido del negocio informal.

Aplaudir a un Gobierno en donde la pobreza toca las puertas de muchos hogares no es fácil. Para que salgamos adelante, se ha repetido muchas veces, debe de haber inversión extranjera, una agricultura tecnificada, fábricas para que ningún obrero pase desesperado, turismo, etc. Las nuevas leyes como la introducción de la nueva moneda virtual bitcoin, tendrá sus repercusiones. En este país muchos no tienen acceso a Internet.

El Salvador no es una isla desierta, es un país que depende de las remesas, de la ayuda de muchos países y del trabajo de cada salvadoreño que se esfuerza a diario en el territorio. Para que el país progrese debe desaparecer la corrupción. Claro, hay que aplaudir lo bueno que ha hecho cada mandatario.

Para que salgamos adelante, debemos tener una democracia bien cimentada. Todos debemos estar unidos, ricos y pobres, empresarios y obreros. Un salvadoreño se siente alegre cuando vienen nuevas empresas, los graduados se alientan al emplearse. En conclusión “Debe de haber un clima que aliente a la inversión extranjera”.