El informe más reciente de la agencia Bloomberg plantea un panorama pesimista respecto a la colocación de bonos estatales salvadoreños, más conocidos por “Letes” o Letras del Tesoro que, en forma contundente, lo resumió textualmente con esta frase: “Bonos de El Salvador tienen el peor desempeño del mundo en 2021” y, como cereza en el pastel amargo, también señaló que nuestro país cerró el año recién pasado con una crucial caída en la nota de riesgo-país, el cual es medido por el EMBI (siglas en inglés), o sea, el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes y que constituye la rúbrica de que nuestro país no califica favorablemente en los mercados financieros del mundo entero, para colocar sus bonos estatales y recibir, a cambio, financiamientos que alivien la pesada carga deficitaria de pagos que debe cumplir el Estado salvadoreño, tanto a nivel interno como externo, y que, en caso de mora, le podrían generar mayor carga en el rubro de intereses pactados.

Pero, además de esa preocupante situación, surge la fuerte posibilidad de que el país afronte dificultades en lograr este año un acuerdo financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y que, según datos oficiales, sería por un mil 300 millones de dólares, pero que, después del informe desfavorable de Bloomberg, unido a otras situaciones conflictivas, podría frustrarse o retardarse más de lo previsto, o quizás aprobado bajo estrictas condiciones extrafinancieras, de pronto y fiel cumplimiento por parte del Estado salvadoreño, como una consecuencia de medidas aprobadas legislativamente en el 2021, como fueron la adopción oficial de una criptomoneda muy volátil, unida a la destitución abrupta de la Sala de lo Constitucional y del anterior Fiscal General de la República, así como la remoción de muchísimos jueces por razones etarias y otros asuntos más que omitimos por ser de público conocimiento. Sin faltar por supuesto, la reiterada confrontación del presidente Nayib Armando Bukele contra los Estados Unidos de América, que ha formado un cúmulo de situaciones que, según Bloomberg, apresuraron la caída de los bonos nacionales con gran rapidez, aumentando así el llamado riesgo-país que dejamos anotado.

Desde mi balcón hogareño, puedo advertir que si el gobernante salvadoreño no modifica, suaviza y deja de lado, su verborrea agresiva contra los Estados Unidos de América, que es nuestro mejor y más importante socio comercial, las situaciones planteadas podrían agravarse, con perjuicio directo para la numerosa diáspora residente en la gran nación del Norte, así como a nuestra población y al devenir financiero de todo el país, que darían origen a medidas tan oscuras como llegar al uso contraproducente de los fondos de pensiones que, de efectuarse, dañaría la vida de miles de personas ancianas, o quizás podría decidirse por la emisión interna de monedas locales sin ninguna garantía, además de probables y difíciles repercusiones indeseables en el ámbito de la paz social e institucional, que rogamos no sucedan jamás.

No deseamos parecer o que se nos tilden como “aves de mal agüero”. Las cartas decisivas están puestas sobre la mesa gubernamental. Deseamos y anhelamos siempre lo mejor y más beneficioso para El Salvador, sin tintes politiqueros. Una actitud serena, sensata y patriótica es urgente adoptarla y llevarla a la práctica. Los berrinches, la malcriadeza y terquedades no van a librarnos del indeseable hoyo financiero, que hoy se abre vorazmente en este nuevo año. Tendamos, pronto, puentes de entendimiento razonable. Ese es, en resumen, el mensaje esencial de esta columna.