Previos informes económicos, así como índices y pronósticos sobre una drástica reducción del crecimiento de la economía en algunos países del área centroamericana, para el próximo año, eran preocupantes y hasta se comentaba la probable aparición desagradable y aflictiva de condiciones inflacionarias, las cuales incidirían en un panorama nada alentador, en especial, para las clases sociales menos protegidas del istmo, de manera concreta en países como el nuestro, Honduras y Guatemala, que constituimos la zona norte centroamericana.

Con respecto a El Salvador, las condiciones proyectadas serían peores que las de los otros países hermanos, según las predicciones dadas a conocer públicamente por reconocidos economistas y entidades evaluadoras del quehacer financiero. Sin faltar, por supuesto, el ominoso ingrediente de la corrupción en asuntos relacionados con el gasto público.

A lo anterior, sumaríamos los daños derivados por la pandemia del covid, que provocó el fallecimiento doloroso e inesperado de muchísimas personas trabajadoras, cierre obligado de bastantes fuentes de trabajo, reducción de las producciones, ventas y exportaciones, subida obligada en los precios de insumos, disminución de la clientela y, como triste corolario, el alza frecuente en los precios de combustibles, que derivaron en aumentar exageradamente los costes en fletes marítimos.

Un panorama desalentador y oscuro que aún no acaba de esclarecerse del todo, de manera específica, por el modo sesgado y sin orientación definida, de la política, tanto económica como presupuestaria de varios gobiernos centroamericanos, incluyendo al nuestro, que ha llegado hasta imponer el uso de una criptomoneda declarándola, incluso, una moneda oficial de El Salvador, a pesar de su evidente y peligrosa volatilidad en los mercados bursátiles, donde ha perdido en días, más valor que lo ganado en meses. Y la tendencia, al parecer, sigue a la baja. Por cuestiones de espacio y desconocer más detalles en concreto, me abstengo de mencionar otras críticas hechas al gobierno salvadoreño, dentro y fuera de las fronteras patrias, pero que convergerán negativamente en el ambiente financiero nacional, a corto y mediano plazo. Pese a todo, confío se logren corregir esas deficiencias sin usar pretextos demagógicos y evitemos, de manera patriótica, una probable debacle económica de graves repercusiones, pues aún considero que estamos a tiempo de alejarla.

Y precisamente. Al ver ese panorama deprimente que ha oscurecido el desempeño económico de los últimos meses recibimos, con satisfacción y gratitud, el plan de apoyo financiero propuesto e impulsado por la Vicepresidenta de los Estados Unidos de América, señora Kamala Harris, quien oficialmente ha anunciado destinar nada menos que un mil 200 millones de dólares estadounidenses, para apuntalar las deficitarias condiciones económicas de los países que conforman el estratégico Triángulo Norte de Centroamérica, esto es, Guatemala, Honduras y El Salvador.

Una medida muy benéfica y oportuna, cuando todos veíamos llegar el 2022 con mucho pesimismo, dudas y preocupaciones. Hoy, esa oscura visión se clarifica, alienta y se proyecta a buscar que los gobiernos y entidades financieras de la zona, hagan un adecuado, correcto y bien planificado uso de tales recursos multimillonarios, que beneficien el quehacer laboral, como fuente básica indudable de obtener ganancias y recursos suficientes para la educación, la salud y el mejoramiento en general de nuestras sociedades regionales, abatidas por la pobreza extrema e insalubridad y, lo peor, afrontando cotidianamente, una grave desprotección e inseguridad ante la racha de criminalidad imperante, en sus diferentes formas de malévolo actuar.

Obtener un apoyo financiero de tal magnitud, sin endeudar más a los países que resultarán beneficiados, es un motivo más que suficiente para demostrar nuestra gratitud y aprecio a la vicepresidenta de la poderosa nación estadounidense, misma donde han encontrado residencia y trabajo permanentes más de tres millones de compatriotas cuzcatlecos, que constituyen nuestra famosa e influyente diáspora, a quienes los periodistas llamamos, de manera eufemística, como habitantes del “Departamento número quince de El Salvador”, lo cual resulta en una realidad evidente.

Honorable señora Kamala Harris: reciba, por medio de estas líneas, nuestro sincero agradecimiento, por su plan solidario, oportuno y humano, para con nosotros los centroamericanos. Dios la bendiga con creces.