La concienciación sobre la salud pública de brotes epidémicos, y con mucha mayor razón en estados de pandemia, es una de las herramientas más eficaces para proteger a nuestra población durante estas crisis. El conocimiento actualizado sobre el comportamiento de la epidemia en cualquier localidad geográfica ayuda en reducir la intensidad de la tasa de propagación y reduce la tasa de mortalidad. La terrible, pero ya esperada, pandemia del Covid-19 se ha caracterizado por una oleada continua de información nueva, confusa, y muchas veces maliciosa. Y una de las grandes lecciones que todos y cada uno de nosotros hemos aprendido es que “información falsa” mata.

Presidentes, políticos, activistas antivacunas y otros, han facilitado la distribución de falsa información acerca del virus, medidas protectoras, y vacunas que ha resultado en la adopción de comportamientos riesgosos por la población y que en muchas ocasiones han terminado con individuos de esas poblaciones, ya sea en el hospital o en el cementerio.

En la comunidad de epidemiólogos y salubristas es reconocido, que cuando una enfermedad hace su aparición por primera vez, como es el caso del Covid, las personas tienen la tendencia a recordar las primeras cosas que aprenden acerca de esta novedad, fenómeno llamado “sesgo de anclaje” o “anchoring bias,” y la dificultad que estas personas tienen de remplazar esta información antigua con nueva información.

Este sesgo de anclaje ha sido un factor importante en ralentizar la incorporación de cambios de conducta protectores al contagio de la enfermedad entre la población. Cambios de conducta influenciados por la percepción de riesgo que la población sostiene. Sabemos que esta percepción de riesgo tiene una variación amplia y es individual. Cada individuo percibe su riesgo de diferente manera y magnitud. Y esta magnitud de riesgo esta fuertemente influenciada por la información que el individuo recibe de canales confiables, como lo son el ministerio de salud y la comunidad médica. Por ello, es difícil explicar y comprender como algunas, aunque ciertamente muy pocas, instituciones gubernamentales de salud pública, voluntaria o involuntariamente, mantienen a sus respectivas poblaciones con los ojos vendados e ignorantes de la situación epidemiológica del Covid-19.

En Latinoamérica, actualmente existen tres países, coincidentemente todos localizados en Centroamérica: Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, que no reportan sus estados epidemiológicos respecto al Covid con frecuencia diaria. Hay que ser justos y clarificar, que el ministerio de salud costarricense anunció a su población que no se producirían estados epidemiológicos durante los fines de semana. Dicho país, reporta religiosamente sus estados epidemiológicos diarios de lunes a viernes. En cambio, tanto El Salvador como Nicaragua, vienen produciendo reportes epidemiológicos desde hace meses con una inconsistencia sistemática y periódica, que genera confusión entre las poblaciones de sus respectivas naciones.

En ambos países, los gremios médicos se han pronunciado públicamente denunciando la manipulación de información, que maliciosamente tiende a producir una progresiva y peligrosa disminución en la percepción de riesgo entre sus poblaciones, y al mismo tiempo generando un falso sentimiento de éxito en el manejo de la pandemia. Este último hecho continuamente expresado por sus líderes políticos en el ámbito público nacional, llegando incluso a manipular mensajes de lideres sanitarios internacionales para justificar el mensaje interno. Lo cierto es que, al momento, no existe documento publicado en la literatura científica que evidencie un manejo sobresaliente tanto de las estrategias de contención de El Salvador o Nicaragua.

Durante los últimos 29 días, en que el autor ha recopilado información sobre la frecuencia de reporte epidemiológico diario en Latinoamérica, cuatro países no han reportado diariamente sus estados epidemiológicos de Covid-19. Estos países son: Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y Perú. Este último no sometió reporte epidemiológico un solo día, el 31 de mayo. Costa Rica, no presentó reportes epidemiológicos en 6 ocasiones, y con previo aviso a su población. El Salvador omitió reportes epidemiológicos en 20 días de un total de 29 días revisados, equivalente a una tasa de “fallo” de reporte epidemiológico diario del 69%, emulando a la tasa de fallo de Nicaragua, la cual se encontró en un 72.4%. O sea, Nicaragua no informó a su población sobre el estado epidemiológico del Covid durante 21 días.