Poco antes de su retiro como encargada de negocios de la embajada estadounidense en nuestro país, la respetable diplomática Jean Manes, ante diversos medios informativos, comunicó que por decisión oficial de la administración Biden, a través del Departamento de Estado, de los Estados Unidos de América, las relaciones diplomáticas bilaterales entre su nación y nuestro país “están en pausa por falta de diálogo y contraparte del gobierno salvadoreño”. Noticia que, por sus implicaciones o consecuencias a mediano y corto plazo, podrán afectar, en primer lugar, el aspecto de los créditos financieros para los futuros y actuales proyectos gubernamentales en diversas áreas, incluyendo, por supuesto, el refinanciamiento para el Presupuesto General de la Nación del próximo año, que prácticamente ya se encuentra a las puertas para su inicio en el calendario.

El vocablo “pausa”, en lenguaje diplomático, significa un hecho que debe motivarnos a reflexiones muy serias para el cercano futuro nacional, como es que nuestro mejor socio comercial, asiento residencial y laboral para más de tres millones de compatriotas cuzcatlecos, ha tomado la impactante determinación de “congelar” no solamente las relaciones diplomáticas bilaterales con El Salvador, por primera vez en la historia, sino también meter al congelador oficial estadounidense “los últimos términos tratados”, tal y como lo expresó en este medio, don Napoleón Campos, un reconocido especialista en política exterior (DEM-23-11-2021) y complementado por el académico Ricardo Valencia, cuya frase lapidaria de que “El Salvador ha pasado de ser un aliado, a uno que se encamina a ser adversario” de la nación más poderosa del mundo, que nos motiva a formular expectativas angustiantes para nuestro país, en momentos difíciles y cruciales para la economía mundial.

Refiriéndose a otros aspectos, el académico mencionado, también plantea, con auténtico conocimiento en temas internacionales, que la pausa anunciada significa también que, a estas horas, Washington “está repensando el tipo de relación que tiene actualmente con El Salvador y evaluando los próximos pasos”. Agrega, al respecto, que con el retorno de la señora Manes a su puesto de segundo comandante civil del poderoso Comando Sur de Estados Unidos, a cargo de los asuntos castrenses de Suramérica, el Caribe y Centroamérica, podría afectar o congelar la relación militar con El Salvador y lo dice textualmente: “Nunca ha habido una pausa como esta en la relación bilateral, lo que implicaría también una pausa en los aspectos militares y de seguridad”.

Como integrante que fui del primer contingente de profesionales académicos, que fuimos llamados a laborar en la Academia Nacional de Seguridad Pública (ANSP) en 1992, puedo asegurar que una ayuda muy significativa en la preparación de los cuadros de oficiales y suboficiales de la futura Policía Nacional Civil fue la recibida generosamente por parte de los Estados Unidos, tanto en lo económico, como en la capacitación técnica, en las diversas áreas de la actividad policial, incluyendo la investigación del delito, prácticas de laboratorio forense, uso de armas convencionales, aspectos psicológicos y conocimientos básicos del Código Penal y Código Procesal Penal, etc. Incluso, se otorgaron becas completas para Estados Unidos y Puerto Rico, a los alumnos más aventajados.

Recibir la noticia de esa “pausa” no es muy fácil de asimilarla tranquilamente cuando, desde ya, dada la gravedad que ella significaría muy pronto, nos obliga a unir nuestras voces de preocupación, si entre otras medidas podrían estar la formulación de una tercera Lista Engel, el congelamiento de proyectos vitales para el desarrollo nacional, reducción de la capacitación y equipamiento militar y policial, crisis mercantiles y bancarias, etc. Un abanico siniestro que ojalá no se abra, como ya se hizo con el régimen oprobioso del dictador nicaragüense Daniel Ortega. Incluimos el tema de las remesas, o la dudosa contratación laboral de obreros nuestros, que serían las cerezas agrias en este pastel amargo. Pedimos una rectificación urgente por la actual administración Bukele, evitando declaraciones sin ninguna base fáctica, como las que han comenzado a difundirse.