La elección de Nayib Bukele ha provocado un potente terremoto político en los dos partidos tradicionales, ARENA y el FMLN, que se han visto obligados a anunciar adelanto de elecciones y la salida de sus cúpulas, ante el reclamo de muchas voces internas que exigen renovación.

El presidente Bukele decía en su discurso de triunfo que había logrado derrotar a los partidos de la postguerra y eso es cierto. ARENA y el FMLN se empeñaron en enfrentarse permanentemente en una polarización interminable que terminó agotando las afinidades de la ciudadanía.

ARENA y el FMLN representan una etapa de la historia salvadoreña que ya está superada y por ello solo les queda renovarse o morir. Y no solo es un asunto de cambiar a la dirigencia, deben replantearse su visión de país y hasta sus himnos. Hay iconos y símbolos de ambos partidos que son simplemente inaceptables para las nuevas generaciones de votantes.

Lo sucedido el fin de semana es un gran ejemplo para la clase política en general, incluyendo GANA y Nuevas Ideas. Los partidos políticos no son entes estáticos ni los números son eternos. El país necesita partidos modernos y democráticos, que sepan captar el sentir de los pueblos, porque si no lo entienden, sufren resultados negativos como estos.