Hace 30 años muchas calles de San Salvador eran escenario de fuertes combates entre guerrilleros y soldados. La actividad comercial del país así como la convivencia ciudadana le habían dado paso a evacuaciones de personas heridas, escasez de alimentos e interrupción de libertades y garantías debido a la emergencia.

Es el momento de reconocer los avances que el país ha tenido fruto del diálogo y de la construcción de consensos entre las principales fuerzas políticas.

En el proceso de diálogo y negociación que permitió los Acuerdos de Paz de Chapultepec, en enero de 1992, se embarcaron todos los partidos políticos, los mismos que hoy por hoy en la Asamblea Legislativa están obligados a alcanzar Acuerdos en beneficio de la sociedad y del bien común. Callaron los fusiles producto del diálogo. Las únicas ofensivas que quedan son las que se libran en contra de la pobreza, la falta de empleo y la migración irregular.

Construir una sociedad libre y cohesionada es posible si a la responsabilidad cívica se suma el respeto a las leyes y a los derechos de los demás. No existe sociedades perfectas, pero la nuestra ha dado ejemplos de dignidad y grandeza a lo largo de la historia de nuestro pequeño país. Tenemos paz, faltan recursos y seguridad ciudadana. Hoy es un buen momento para comenzar a construir nación.