Este lunes se cumplió un año del triunfo electoral del actual presidente Nayib Bukele que marcó el hito histórico de terminar con el control político de los dos antagonistas ideológicos del conflicto y postconflicto armado.

Más de 1.3 millones de ciudadanos creyeron en sus promesas y las expectativas hacia el presidente Bukele siguen siendo altas, al igual que su popularidad. Durante los ocho meses que lleva este gobierno ya se notan ciertas mejoras en la seguridad pública, en el posicionamiento internacional de El Salvador y en el clima de negocios pero por supuesto, queda mucho por hacer.

Los que no parecen comprender su nuevo papel son los partidos políticos opositores -el FMLN y Arena especialmente- que a veces les cuesta entender la nueva realidad y no han sabido recomponerse, algunas veces incluso no han sido opción constructiva ni creativa en nuestra democracia.

El gobierno del presidente Bukele debe continuar por la senda de la institucionalidad democrática y la transparencia para no repetir los errores del pasado. Procurar siempre la armonía social, la responsabilidad ante su pueblo y ser factor de unidad entre los salvadoreños. El Salvador ya vivió demasiadas confrontaciones que no dejaron nada bueno en nuestra historia.