Los últimos sucesos en Venezuela solo han desnudado más la cruda situación a la que ha llevado la dictadura militar de Nicolás Maduro y la injerencia descarada de Rusia, Cuba y China que buscan proteger al régimen a toda costa.

Venezuela ha vuelto en la época de las dictaduras militares, hoy disfrazadas con ideologías desfasadas y fracasadas, totalmente intolerantes, cargadas de una dosis de represión, la promoción del odio, el terrorismo de Estado y la violencia institucional como mecanismo de gobierno.

Nada de lo que sucede en Venezuela podemos aceptarlo como normal. Es claramente un régimen ilegítimo que ha llegado al poder a través de elecciones fraudulentas, manoseando la institucionalidad democrática, atropellando derechos y libertades fundamentales. Ese régimen no puede ser aceptable para ninguna persona civilizada y para ningún gobernante que se precie de decente.

El régimen de Maduro sólo está dejando como opción una intervención militar, porque es imposible dialogar con la brutalidad de su régimen. Es la misma situación en Cuba y Nicaragua, son regímenes cortados con la misma tijera. La comunidad internacional -como en el caso de Nicaragua también- debe dejar de lado la retórica y actuar decididamente para acabar con esas dictaduras.