Quiero evocar una experiencia infantil: cierta vez, fui con mi hermanita mayor a pasear un rato al hermoso y amplio parque de la ciudad de Berlín (departamento de Usulután), donde nuestro padre se desempeñaba como comandante local y jefe de la guarnición militar que custodiaba la cárcel (ni siquiera se pensaba en contratar personal de vigilancia penitenciaria, ya que esa función correspondía al ejército salvadoreño). Al centro del parque, después de una enorme cruz suástica hecha con ladrillos de color rojo, estaba el famoso quiosco donde, en determinadas noches, interpretaban música dilecta los músicos de la banda regimental.

Siendo de muy corta edad, dispuse subir al centro del quiosco, pero agarrándome de sus lisas paredes laterales y no hacerlo por las gradas, como debía ser lo correcto. El resultado fue que de pronto perdí paso y caí de lo alto al pavimento del sitio, dándome un fuerte golpe en la cabeza y su consecuente “chichón”. Llorando llegué donde mi papá y al preguntarme qué me había sucedido, solo alcancé a balbucearle: “ella (mi hermana) tuvo la culpa por haberme llevado al parque”. Después que mi hermanita le explicara lo acaecido por mi imprudencia, ya calmado, mi padre, que también había ejercido el magisterio, en forma suave me dijo: “Óigame, hijito. Es bueno que desde ahora aprendas a aceptar tus errores, sin echarle la culpa a otros, cuando lo sucedido lo hiciste con tu voluntad”.

Traigo este recuerdo, ya que últimamente la ciudadanía se ha podido dar cuenta, que no hay día de la semana que los funcionarios, y el mismo gobernante actual, nos martillen incesantemente que las duras condiciones económicas, sociales, educativas, de salud, inseguridad, etcétera que afrontamos en el país, se debe a la inopia, dejadez y anarquía de los gobiernos habidos en los últimos 30 años. Cada vez que un ministro, o un director general, habla de que van a iniciar tal o cual actividad, concluye con el estribillo: “Esto debieron hacer los gobernantes de antes, pero ellos solo se dedicaron a robar el erario” y otras frases más o menos similares en color y sabor. Otros no se cansan de anunciar que “pronto darán aviso a la Fiscalía General de anomalías detectadas que fueron cometidas en el gobierno del partido tal por cual”, o algo parecido. ¿Qué beneficios recibimos los ciudadanos con esta ola grande e interminable de quejas, denuncias y señalamientos? Está bien que al gobierno actual le encante el “surf”, incluso lo felicitamos, pero no debe llevarlo al campo de la administración pública del Estado, levantando olas de acusaciones innecesarias y aflictivas para la sociedad civil que, ante esos anuncios, recrudecen los temores por un descenso más acelerado de las inversiones y todo cuando se relaciona a los aspectos económicos nacionales que, según lo señalan organismos internacionales, andamos muy mal con respecto a otras naciones hermanas de Centroamérica.

Estas oscuras condiciones socioeconómicas, que podrían conducirnos a déficits, recesiones, u otros fenómenos indeseables reconocidos por las ciencias económicas y financieras, sí deberían ser motivos ineludibles para impulsar, desde la actual administración, mayor cohesión ciudadana, mejorar el nivel de paz social, evitar confrontaciones dañinas, alcanzar más logros de bien común, con apoyo de todas las fuerzas vivas y activas de la nación, y, para concluir, adquirir mayor seriedad en el orden burocrático de las debidas intercomunicaciones, órdenes y despachos emanados desde la Casa Presidencial a los diversos funcionarios. El manejo de la cosa pública, por sus implicaciones futuras, por la responsabilidad de quienes lo ejercen, etcétera, exige ese alto grado de confiabilidad ante los ojos de la ciudadanía.

Manejar la república por un quinquenio, no es una carrera de ciclismo, ni un torneo de surf playero. Es la toma de trascendentales decisiones, con planes bien elaborados por técnicos y conocedores en cada materia. Buscar asesoramiento interno y de fuera, sin desechar la experiencia ni los conocimientos de muchos profesionales o técnicos diversos, que son ignorados porque no pertenecen al partido oficial. La tarea es de hoy, para afirmar las bases del futuro patrio. Atacar en el desayuno, almuerzo y cena, lo no hecho o mal realizado por gobiernos anteriores, solo trae amargas reminiscencias y atrasos innecesarios.