A menudo escuchamos a analistas políticos advertir de los riesgos que la oposición política está anulada debido a la popularidad del presidente Nayib Bukele. Mucho se habla de que tanto el FMLN como Arena tienen escasas posibilidades de volver al poder en el futuro cercano y que hay mucho resentimiento hacia ellos.

Lo que a mí me parece increíble es que ambos partidos están comportándose tan erráticamente que pareciera que quieren voluntariamente tener pésimos resultados en los próximos eventos electorales. Elegir, por ejemplo, un procurador de Derechos Humanos con tantos cuestionamientos, nos abre la duda de su responsabilidad política y hasta histórica.

El FMLN obviamente eligió a uno de los suyos, a uno que puedan controlar y probablemente engancharon a Arena por eso. El tema de la ley de la Reconciliación es un fantasma que asusta a ambos partidos y necesitan un procurador que les dé “tranquilidad”. Para Arena es vergonzoso que hayan votado por un personaje con nexos tan evidentes con el FMLN, de ahí que hasta el alcalde Ernesto Muyshondt haya salido criticándolos.

Estos dos partidos están luchando por sobrevivir, se están agarrando del borde de la cárcava para poder sobrevivir, pero como hemos visto en la cárcava de la colonia Santa Lucía, tarde o temprano eso termina en el precipicio. Ni Arena ni el FMLN parecen darse cuenta de eso o tal vez s, pero les falta salir de sus concepciones ideológicas y políticas para recuperarse. Toda democracia fuerte necesita partidos políticos fuertes, incluyendo los opositores, pero estos dos se ven cada vez más débiles. Quizás va siendo hora que los intelectuales de derecha e izquierda de este país busquen otras opciones partidarias de futuro y miren hacia adelante.