La pandemia por Covid-19 está afectando a todos los países del mundo. Como nos hemos dado cuenta, las consecuencias de la misma no se limitan únicamente al ámbito de la salud. Las fuertes medidas que los gobiernos se están viendo obligados a implementar para combatir la pandemia -es decir, las cuarentenas, el aislamiento social y los cierres de fronteras- están teniendo grandes impactos en la mayoría de los sectores de la economía y están ocasionando cambios en nuestro estilo de vida.

El impacto económico ya se comienza a sufrir alrededor del mundo, particularmente en los países donde surgieron los primeros contagios. Se prevé que el crecimiento global para este año será el peor de la época moderna, incluso menor al que se tuvo en la crisis del 2008, tal como lo dice Andrés Maza Casas, director de Inversiones en GBM. Algunos sectores, entre ellos el hotelero, restaurantero y aviación, están viendo sus ingresos reducidos prácticamente a cero mientras las medidas de aislamiento continúan. Desafortunadamente, esto se traducirá en pérdidas de empleos e, incluso, la quiebra de muchos pequeños negocios que no están preparados para sobrellevar una situación tan extrema.

También existen muchas empresas que no están siendo tan afectadas, o que se han visto beneficiadas por la situación actual, debido a sus modelos de negocio. En general, estas empresas son aquellas que se dedican a ofrecer productos de consumo básico de los que la gente no puede prescindir —incluso en momentos como este— o empresas que ofrecen productos y servicios que nos hacen la vida más fácil en la nueva rutina de no salir de casa.

Entonces ¿cuándo abrir de nuevo la economía? El riesgo del rebrote siempre penderá como una espada de Damocles sobre el corazón de la reactivación económica y el regreso a una nueva normalidad. Lo cierto es que la decisión de empezar a abrir de nuevo, que han tomado los países europeos y asiáticos, ha dependido de cuatro variables: 1) los positivos efectos de la cuarentena en reducir el contagio, 2) la capacidad de los sistemas de salud para atender a los enfermos, 3) los niveles de pruebas de la población para contener el virus y 4) los estrictos protocolos para volver a salir a trabajar. Y el quinto, quizás no escrito pero esencial, tiene que ver con los niveles de cultura ciudadana y disciplina social para respetar las reglas y evitar nuevos contagios.

Es claro que la salud va primero, pero la reapertura en El Salvador no da demasiada espera. Ya hay hambre y habrá más porque estamos ante una crisis sanitaria, que también ha contagiado la economía mundial y afecta el mercado laboral. Ciertamente, el sector productivo pide a gritos volver a la calle, mismo que vive con respirador artificial y se le acaba el oxígeno. Podemos trabajar sin contagiar. En cuestión de un mes, la pandemia ha pulverizado todos los récords del desastre y las proyecciones muestran que 2020 será un año negro para la historia.

El Producto Interno Bruto (PIB) por habitante va a decrecer en 170 países según el Fondo Monetario Internacional (FMI), para quien será la “peor recesión desde la Gran Depresión”. Para América Latina estima el Banco Mundial, según una publicación en Semana Semana, tendrá un desplome de 4.6%. Se trata de pronósticos con una alta dosis de incertidumbre, porque nadie sabe a ciencia cierta cómo se va a comportar la pandemia mientras llega la vacuna o los medicamentos para tratarla. Nuevos confinamientos o rebrotes podrían golpear aún más las cifras ya proyectadas. Vamos a vivir por muchos meses con el coronavirus, tenemos que saber lidiar con este virus ya que nuestra pobre y golpeada economía no puede permanecer cerrada.

La decisión de empezar a reactivar el aparato productivo se deberá hacer gradualmente y con estrictos protocolos de bioseguridad. Cada uno de los gremios o sectores productivos ha presentado sus propuestas porque conoce los riesgos y características del trabajo de sus empresas. Ya a instancias de los comités público-privados analizan los protocolos y definen las reglas que deben cumplir, y abrir escalonadamente la economía, entendiendo que viviremos bajo otras normas que hasta hace pocos meses no sospechábamos.