No sé si ustedes se recuerdan de aquellos anuncios de Alba Petróleos en los que se presentaban casi como la Madre Teresa de Calcuta y nos querían convencer -en plena campaña electoral- que eran una “empresa de interés social”. Como dice el dicho: “No sé Rick, parece falso…”, pensaba yo en aquellos días y el tiempo se encargó de darnos la razón.


Alba surgió como un proyecto de Hugo Chávez para sabotear una área de libre comercio en las Américas que proponía el entonces presidente Bill Clinton. En esencia, repartieron el petróleo venezolano a sus aliados políticos por toda América Latina y ya sabemos cómo terminó la cosa. Venezuela en quiebra y en países como Cuba, Nicaragua y El Salvador, las élites políticas de izquierda beneficiadas de este negocio. Ahora que la Fiscalía ha emprendido una serie de investigaciones contra el conglomerado, es evidente que ahí hubo de todo, menos interés social; y es que la propaganda era demasiado buena para ser verdad, como aquellos champús que muestran el pelo largo y sedoso de la modelo pero que jamás tendrán las clientes que compran por impulso.


Lo más preocupante ahora son las alcaldías, prácticamente todas las que participaron en el negocio de Alba Petróleos terminaron sin recibir un centavo de beneficios y a las que se salieron del conglomerado tampoco les devolvieron el dinero. ¿Quién va a responder por eso?


Hay mucha tela que cortar en este asunto y el lavado de $438 millones, las transferencias a Panamá, el financiamiento indirecto de un gobierno extranjero al partido político que gobernó El Salvador una década, son muchas de las interrogantes que quedan por responder.