El irrespeto a la Constitución de la República por parte de autoridades del Ejecutivo, la inexistencia de espacios de diálogo y la falta de diagnósticos hacen inviable e inoportuna cualquier reforma a la Constitución de la República de El Salvador, aseguró un grupo de abogados salvadoreños.

El foro virtual “Valoremos nuestra Constitución” fue organizado este martes por la Asociación Nacional de la Empresa Privada (ANEP), el Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional (IIDC), la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (Fusades), la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde), fundación Democracia, Transparencia y Justicia (DTJ) y Centro de Estudios Jurídicos (CEJ).

Claudia Umaña, de DTJ, sostiene hacer reformas de mejora a la Constitución podría ser “un golpe de muerte” a la Constitución. “Sería un legado nefasto que dejarían estos diputados”, afirmó.

Además, considera, no hay una comprensión generalizada de lo que dice nuestra Constitución y “tratar de modificarla por no entenderla sería un desatino y sería una falta histórica”.

Para ella, la semirigidez que impone la Constitución salvadoreña “es una garantía estabilizante en el país”, tildando de un mito que la Constitución requiere una reforma de gran calado.

Caer en esa tentación, dice, provocaría una escena de la Odisea de Homero en la que marinos escuchaban las voces melodiosas de las sirenas y, así, se dejaban embaucar.

Javier Castro, de Fusades, señala que la reforma total de la Constitución sería un disparate jurídico. Pero considera que una reforma parcial sería un riesgo si no es transparente y si no es elaborada por constitucionalistas.

Llamó a poner atención sobre quién promueve la reforma a la Constitución: “Sería muy riesgoso que quien promueva una reforma constitucional sea precisamente quien está violando la Constitución”.

Castro sostuvo que nunca hay un momento perfecto para una reforma constitucional pero sí hay momentos más estables que otros.

 

Desconfianza

El abogado Humberto Sáenz, de Acción Ciudadana, señala que hay un tipo de reformas constitucionales en las cuales existe consenso generalizado, sin embargo, la actual conformación legislativa no genera confianza para generar un debate de reformas más estructurales.

Sin embargo, la Constitución no puede modificar ni de manera velada el sistema político republicano, democrático y representativo, así como la forma de gobierno.

El artículo 248 de la Constitución prohíbe que se reforme la forma y el sistema de gobierno republicano, democrático y representativo, pluralista, en donde la existencia de un partido único es incompatible. Tampoco permite la reelección de la Presidencia.