Apenas algunos destellos le valieron al Brasil de Neymar para vencer este viernes a Arabia Saudita en el amistoso celebrado en Riad (2-0), del que sale lleno de dudas rumbo al superclásico del martes ante Argentina, su primera prueba seria de este nuevo ciclo.Muy lejos de la buena imagen que dejó en los amistosos de septiembre, la Canarinha se mostró espesa y sin ideas en la tórrida noche saudí y solo consiguió adelantarse en el 43 gracias al tanto de Gabriel Jesús, que rompía así con su preocupante sequía goleadora con la Seleçao.Ya en el tiempo añadido (90+6), Alex Sandro puso el 2-0 de cabeza, tras un saque de esquina.En plena renovación rumbo al gran reto de la próxima Copa América de 2019 en casa, Brasil se verá el martes contra su archirrival sudamericano -que llega sin Lionel Messi pero tras golear a Irak (4-0)-, en su primer examen exigente tras la decepción del Mundial de Rusia-2018.
- Redención -Venía Brasil de quitarse parte del duelo en su mini gira de septiembre por Estados Unidos, tomando distancia de la amargura que se trajo de Rusia. Aunque todavía tardará en olvidar aquella noche de julio en la que Bélgica le sacó en cuartos de un Mundial que pensó sería el de su redención, la renovada Canarinha de Tite se quitó años y remordimientos con sus cómodos triunfos ante Estados Unidos (2-0) y El Salvador (5-0).Y siguió experimentando el técnico, que viajó a Arabia Saudita con diez jugadores que no estuvieron en la Copa.Pero algo no funcionaba esta vez y este Brasil con una defensa en pruebas y Éderson tomando el lugar de Alisson en la puerta no fluía en la calurosa noche de Riad.La calidad de la Seleçao estaba a años luz de los de Juan Antonio Pizzi, pero apenas brillaba ante el asombro de los locales, que a los seis minutos se encontraron celebrando una inesperada ocasión despejada por Casemiro.Brasil era un peligro latente, que asomaba con algún destello de Neymar y los intentos de un necesitado Gabriel Jesús, pero se enredaba en unas transiciones eternas.Tenía, sin embargo, una reserva de pólvora con la que ni podía soñar una Arabia Saudita que sabía que su gran noche acabaría en cualquier momento, pero dispuesta a exprimirla hasta el final.Dio un primer aviso Neymar con un tiro cruzado y más tarde Gabriel Jesús con un cabezazo que salvó Al Owais con una gran atajada, pero la Canarinha seguía sin convencer y a Tite se le contraía la cara en el banco.Pero si alguien tenía prisa en voltear la situación, era el atacante del City, que captó el mensaje y se sacó una losa de cinco encuentros sin marcar, cuando recibió una gran asistencia de Neymar para poner el 1-0 de un tiro cruzado.Respiraba Brasil y el joven delantero, de vuelta tras comentada ausencia en septiembre cuando todavía resonaban las críticas por un Mundial del que se fue como el primer centro delantero de la Canarinha que dejaba una Copa sin marcar desde 1974.-
Maquillaje - Especialmente blanda, parte de los problemas le nacían a Brasil por la banda derecha y Tite recurrió al resucitado Lucas Moura para revivirla. Volvía así el centrocampista del Tottenham a jugar con la Canarinha de la que fue una promesa juvenil dos años después.En el lugar de Fred, Moura casi pone el 2-0 con otro gran pase de Neymar y dio vida a un equipo que seguía espeso pese a los intentos de su estrella, convertido hoy en generoso asistente.También llevó peligro el ahora capitán, que pudo marcar el segundo con un buen tiro desde fuera del área, fuera por poco.Mientras, Arabia Saudita seguía estirando su suerte y merodeando el área de Éderson, solo limitada por su falta de calidad frente a la pentacampeona del mundo, que se encontró con un regalo inesperado en el 79, después de que el arquero cometiera una falta fuera del área a Richarlison.Tras revisar en el VAR, el juez expulsó al guardameta dejando a los saudíes con diez los minutos finales, exprimidos por Brasil para ampliar el resultado en el último ataque.El testarazo de Alex Sandro -tras un saque de esquina servido al milímetro por Neymar- maquilló la mala noche de una Seleçao que deberá recomponerse para plantar cara a una Argentina que, aunque sin Messi, parece estar encontrando el camino.