Al trabajo o en busca de un médico, los migueleños caminaron para llegar a su destino. / Rosa Fuentes
El rostro de las personas, en su mayoría, trabajadores tenía nombre, ayer, en las calles de la Perla de Oriente: cansancio."Traigo los pies inflamados de caminar más de 9 kilómetros, vivo en el cantón Valle Alegre, de Moncagua. Trabajo en una comercial de granos básicos acá en la ciudad, mi trabajo es estar de pie todo el día y tengo que regresar a mi casa por la tarde”, dijo Gregoria Martínez, ayer, visiblemente cansada.Asegura que no tiene opción, porque sus jefes la amenazaron con despido sino llegaba. "La pone difícil, estamos entre la espada y la pared”, lamentó.No fue la única. Roberto Melara dijo a Diario El Mundo que es vigilante de una farmacia y no puede faltar, porque desde que la pandemia inició no han parado ningún día.También, la joven Graciela Zelaya caminó, pero no a su trabajo, sino en busca de atención médica."Creo que me fracturé el brazo y por eso la triago bien hinchada, me duele bastante pero preferí caminar. Como no hay buses, ni modo pero necesito que me vea el brazo un médico”, dijo la joven Graciela, quien fue intervenida por soldados y policías, quien al ver la justificación, la dejaron seguir.Una enfermera identificada como Vanessa Alvarado, recién salía de turno en un hospital privado y tuvo que caminar 45 minutos para llegar a su casa."He caminado desde el hospital hasta la colonia donde resido, voy saliendo del turno, me afecta la falta de transporte porque he caminado más de 5 kilómetros para poder descansar y regresar de nuevo a recibir el turno”, dijo.