Una deportación masiva de delincuentes desde Estados Unidos traería graves consecuencias para El Salvador, advirtieron ayer dos reconocidos analistas estadounidenses consultados por Diario El Mundo.

“Las maras comenzaron con la deportación masiva de criminales de EE.UU. hacia el Triángulo Norte y se puede mirar el impacto de eso ya después de 20 años. Una catástrofe mucho peor que la guerra civil”, recordó Douglas Farah, periodista y consultor de temas de seguridad, conocedor de la realidad salvadoreña.

“La corrupción, las ins-tituciones frágiles en esos países, la justicia estancada y comprable hacen que una deportación masiva terminaría de hundir El Salvador y sus vecinos”, subrayó Farah. Eric J. Olson, director asociado del Programa Latinoamericano del Wilson Center en Washington, expresa sus dudas que haya deportación masiva de criminales violentos a El Salvador.

“Sin embargo, si llegara a ser así será un gran desafío para el gobierno y pueblo salvadoreño que ya vive serios problemas de inseguridad ciudadana”, advierte Olson. “ Será en este caso necesario adoptar y ampliar políticas públicas de atención a los retornados sabiendo como distinguir entre los violentos y los no violentos”, subrayó.



Muro no parará la migración

Tanto Farah como Olson coinciden que la construcción del muro fronterizo no detendrá la migración, aunque la haría más compleja y riesgosa.

“La migración continuaría. La pregunta es a qué nivel y a qué costo para los migrantes”, cuestiona Olson.

“La migración va a continuar pero el cruzar la frontera será más difícil, más riesgoso, y muchos más migrantes van a fracasar. Algunos van a perder hasta la vida intentando, otros se quedarán en México, y otros van a regresar a sus tierras”, afirmó el analista de Wilson Center. Farah recordó que el mismo General John Kelly, quien tendría a su cargo la construcción del muro como el encargado de Seguridad (Homeland Security) ha reconocido que no sería una solución.

“Primero, tardaría años para construir, y segundo ni la gran murall china fue capaz de detener gente buscando entrar. Entonces, sí puede dificultar el paso, pero no bloquearlo”, explicó el perio-dista que durante los 80 y 90 fue corresponsal en la región.

 

¿Qué hacer?

Farah sostiene que los gobiernos centroamericanos deben“dejar de robar dinero e invertir el dinero en crear empleo y ser gobiernos de verdad” para parar la migración.

“Los niveles de corrupción en El Salvador, Guatemala y Honduras son escalofriantes y cada año se pierden cientos de millones de dólares que, si fueran invertidos en trabajos y educación, reduciría la necesidad de migrar hacia EE.UU.”, dijo Farah. Olson, por su parte, abogó porque los gobiernos de la región amplíen los servicios consulares para protección de los migrantes.

“Y para los que quedan en su país de origen sería adoptar políticas de cre-cimiento económico, proveer mejores oportunidades de trabajo, estudio, y de seguridad ciudadana”, sostuvo Olson.