En medio de la pandemia y por el impacto que tiene el virus, en los distintos aspectos de la vida nacional, no se le ha prestado mucha atención, al juicio que en la Audiencia Nacional de España se realiza en contra de Inocente Orlando Montano, acusado de ser uno de los autores intelectuales del asesinato de los Padres Jesuitas, de Elba y Celina en 1989.

El juicio tiene un profundo significado para el país, después de 31 años se abre la posibilidad de conocer la verdad y hacer justicia. El asesinato de los jesuitas y sus dos colaboradoras es un crimen de guerra que levanta indignación y condena a nivel mundial.

La importancia que tendrá lo que pase en la Audiencia española, está en relación al aporte, que se haga al esclarecimiento del crimen y el conocimiento de los responsables intelectuales de la masacre.

Unidades del ejército asesinaron a Ignacio Ellacuría, Segundo Montes, Ignacio Martín-Baró, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López. Los Mataron porque defendían los derechos humanos y sostenían que para salir de la guerra se debía utilizar el diálogo y la negociación, tenían como objetivo salvar vidas.

Gracias al avance de la tecnología, en tiempo real, se escucharon en España y en todo el mundo los testimonios de las personas convocadas por la Audiencia Nacional. Fue estremecedor oír al Padre José María Tojeira cuando relató como encontró los cuerpos de los Jesuitas, de Elba y Celina: A los Padres los tiraron al suelo boca abajo, tenían disparos en la cabeza y la espalda. Elba tenía la cara destrozada, partida a balazos; buscó cubrir con su cuerpo a su hija.

El encubrimiento comenzó inmediatamente después de la masacre, Los militares que cometieron el crimen dejaron un cartel en la puerta de entrada de la UCA que decía: ‘Así ajusticia el FMLN a los orejas traidores del pueblo’. En la “Comisión de Honor”, La “Comisión de Investigación de hechos delictivos” según los testigos continuo el ocultamiento del crimen.

En el encubrimiento participó la Dirección Nacional de Inteligencia de El Salvador, los fiscales del caso fueron presionados, militares murieron en condiciones extrañas. Los documentos desclasificados por la administración Clinton revelaron el involucramiento de la comunidad de agencias de inteligencia de los Estados Unidos en el ocultamiento de la masacre. El FBI llevó a Miami, al teniente coronel Rivas Mejía, para tratar de amenazar a una testigo clave, Lucía Cerna, que había logrado salir hacia Estados Unidos y había visto a los soldados saliendo del patio en el que se cometió la masacre. Durante prácticamente 45 días el Ministerio de Relaciones Exteriores de la época, mantuvo una nota en la que afirmaba que la guerrilla había asesinado a los jesuitas.

Las lecciones aprendidas 31 años después son muchas, queda en evidencia que ante la debilidad del sistema de justicia salvadoreño se tuvo que recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Audiencia Nacional de España.

El caso Jesuitas, es el símbolo de los graves hechos de violencia ocurridos durante la última parte del conflicto armado. Hoy se abren las puertas, después de un largo y difícil camino, para conocer la verdad, lograr que se haga justicia y la posibilidad de seguir con la investigación de otras graves violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.

Para sacar adelante al país es indispensable terminar con la impunidad, se debe conocer la verdad, administrar justicia y lograr la reparación moral y material de las víctimas.

Hay mucho por saber, todavía, un tesoro de informes, testimonios, investigaciones, un rico acervo que es parte del patrimonio del país, que contiene aspectos de la historia contemporánea. Se encuentra en los Estados Unidos en la George Washington University se salvaguarda desde 1992 la documentación relacionada con el Informe de la Comisión de la Verdad. Hoy es el momento oportuno para que se dé a conocer.

Finalmente, solo gracias a la persistencia de los familiares de las víctimas y el extraordinario trabajo de los activistas de los Derechos Humanos ha sido posible que se enjuicie a uno de los autores intelectuales de este crimen de lesa humanidad. La persecución penal de los autores intelectuales no debe considerarse simplemente como un juicio para que paguen sus culpas, sino como el resultado de una prolongada lucha por que termine la impunidad, se conozca la verdad y se haga justicia es un trabajo para la superación del pasado, lo cual debe contribuir a comprender el presente y a prevenir conductas similares en el futuro.