El Salvador cerró de manera oficial el año 2019 con 2,398 homicidios, finalizando con una tasa de 35.8 asesinatos por cada 100,000 habitantes o algo así como un promedio de 6.5 homicidios diarios. La baja es entre el 28 y 30 %, sin duda un gran logro de las autoridades y un enorme consuelo para la población.

La angustia que hemos vivido durante las últimas décadas al ver que los asesinatos solo aumentaban y aumentaban, es terrible. Recuerdo en particular un día que vi siete homicidios en el camino entre mi casa y la oficina. Eran aquellos días que llegamos a tener hasta 50 homicidios diarios. Una pesadilla.

El porcentaje de homicidios sigue a la baja. Es un logro que debe ser permanente, constante y en el que el gobierno y las autoridades de Seguridad ganan el reconocimiento de la población. El esfuerzo de policías y soldados en primera línea es digno del reconocimiento nacional.

Pero sin descuidar el tema de homicidios, hay que concentrar esfuerzos en el combate a las extorsiones, el principal dolor de cabeza de la inmensa mayoría de salvadoreños. El principal obstáculo para hacer negocios en El Salvador. Desde la tienda más humilde de cualquier comunidad o colonia del país hasta las empresas e industrias más grandes y reconocidas, el embate de las extorsiones se siente, se sufre y cuesta muchísimo dinero que drenan la economía y la tranquilidad.

La Fiscalía reveló hace un par de días que las denuncias de extorsiones el año pasado fueron mayores que las cifras de homicidios, lo que nos da una dimensión de la gravedad de este problema que enfrentamos.

Hay que tomar el toro por los cuernos y enfrentarlo. El clima de negocios -especialmente en las micro, pequeña y mediana empresa- mejorará muchísimo si se logra controlar ese terrible flagelo que sufrimos.