Evo Morales ha destruido progresivamente la democracia boliviana siguiendo el camino de Chávez-Maduro o Daniel Ortega. El domingo solo confirmó lo peor con un fraude electoral que ha desatado la violencia e indignación de los bolivianos.

Morales ejecutó un fraude electoral en la propia cara de los observadores de la OEA. El recuento de actas de votación demostraba que el presidente de este país, que desde hace 14 años sigue siendo Evo Morales, no había alcanzado el número de votos suficientes para ser declarado ganador, por lo que se imponía la segunda vuelta contra su más cercano contrincante y suspendió el conteo misteriosamente. La OEA pide explicaciones al gobierno y la gente se lanza a las calles. Las escenas de desgobierno y violencia están a la orden. En varios poblados se han atacado oficinas electorales y hasta se han quemado papeletas de votación.

El escenario que sufre Bolivia es un anuncio para la región: la tentación del autoritarismo y perpetuarse en el poder sigue viva cuando no existen instituciones contralores independientes que pongan freno a los delirios de grandeza de algún gobernante.

Todos suponían en Bolivia que Evo por fin se iba. Se lo pidieron sus conciudadanos en el plebiscito. Se intentó ejercer control constitucional en un tribunal superior que le es incondicional, ahí están las consecuencias. Bolivia se quedó sin democracia.