Ante la posibilidad de que disminuyan los caudales salvadoreños, el sector azucarero ya tomó la iniciativa de innovar en sus sistemas de riego para un manejo eficiente del agua y llama a elevar la mirada pues, asegura, el primer paso es tomar conciencia que en las zonas altas es donde se origina la crisis hídrica del país.

La caña de azúcar es un cultivo de tierras bajas y eso significa que todo lo que ocurra en las zonas altas le afecta, señaló Wilfredo Márquez, director agrícola de Grupo CASSA. El problema comienza cuando se distorsiona el ecosistema de los bosques de altura, como la deforestación del parque cafetero que es uno de los principales captadores de agua.

En medio de una discusión crucial por la reducción del agua superficial, “lo primero que tenemos que hacer es levantar la mirada y tomar conciencia que tenemos que hacer algo arriba”, enfatizó Márquez, y consideró que en el caso de los sectores productivos las buenas prácticas agrícolas son clave para el manejo del recurso.

Por tradición, el sector agrícola dependía del invierno, pero el cambio climático demostró la necesidad de contar con sistemas de riego. El parque cañero de Grupo CASSA abarca 35,190 hectáreas y de esas, aseguró el director, solo se riega la mitad a través de aspersión, gravedad y goteo.

Grupo CASSA tiene a su cargo Central de Izalco, en Sonsonate, y el Ingenio Chaparrastique, en San Miguel. “Nosotros no somos dueños de la tierra sino que compramos materia prima”, enfatizó Fermina Cárdenas, gerente de Relaciones Corporativas de la compañía. Del 100 % de las hectáreas que conforman el parque cañero, al menos el 1 % es propiedad de la empresa y se utiliza para fines de laboratorios e investigación.

El 11 % de la materia prima - la caña de azúcar - de CASSA proviene de cooperativas del sector reformado, el 48 % de particulares y el 41 % corresponde a tierras administradas con utilidades compartidas, cuyo vehículo de manejo es la sociedad COAGRI.

 

¿Cómo manejan el agua?

En el parque cañero de Grupo CASSA, entre los tres regímenes de compra de materia prima, participan 2,902 socios productores a los que la compañía apoya con su área de servicio de corta, alza y transporte (CAT) para que cumplan con el plan de siembra y producción.

Pero la sostenibilidad también requiere buenas prácticas agrícolas y desperdiciar el agua no es un lujo que se puedan dar, porque “tenemos que aprender a cuidar los derechos del medio ambiente, del agua y de las comunidades”, comentó Cárdenas.

¿Cómo riegan? Todo depende de la ubicación de los cultivos y la temporada, explicó Márquez. En promedio se necesitan 2,100 milímetros de agua (que equivalen a 2,100 litros) para una hectárea, pero CASSA solo riega durante el 20 o 25 % del ciclo agrícola, por lo tanto solo utilizan unos 300 milímetros.

El período de la zafra comienza en noviembre de cada año, al cierre del invierno, y la humedad de los suelos se mantiene hasta diciembre. De enero a abril, se utilizan los sistema de riego; y de mayo a octubre no se requiere algún sistema por la temporada de lluvias, a menos que ocurra una sequía prolongada.

“No ponemos todo el agua que el cultivo necesita. Los riegos que hacemos en El Salvador, en el cultivo de caña, son deficitarios y lo que tratamos de hacer es que la planta no se muera”, aseguró Márquez.