La situación que vive la República de El Salvador, es complicada, difícil e inestable, porque se erosiona la credibilidad y legitimidad del gobierno. En este contexto, el gobierno celebra contrato con una empresa estadounidense para realizar trabajo de lobby en los Estados Unidos, el objeto del contrato son estrategias de comunicación, relaciones públicas y soporte técnico y consulta a la Presidencia de la República. Lo que se analiza es el fundamento de dicho contrato, si se protegen los intereses del Estado y la sociedad y que la orientación del servicio exterior, sustente dichos intereses mediante la confianza en el proceso de toma de decisiones en la administración del Estado, y que dicha actuación sea en base a los principios de probidad, transparencia y profesionalismo. Tales extremos, son responsabilidad del Presidente de la República, conforme al artículo 168 ord.5° Cn.

Las decisiones tienen consecuencias, aunque en política pareciera que las circunstancias coyunturales también dictan una parte de ellas. Podemos mencionar como características políticas del gobierno de Nayib Bukele, la falta de una agenda nacional que explique el porqué de sus decisiones, como es un contrato de lobby, que contiene asuntos de gobierno y que rayan con asuntos de Estado; otra característica es la ausencia de un diseño y ejecución de acciones estratégicas y tácticas que simbolizan una inmediatez en el desempeño del gobierno; en consecuencia, las decisiones políticas son ausentes de consenso y diálogo. Son contrarias al espíritu de construcción de relaciones de poder. De ello, podemos intuir la falta de orden, y el sobresaliente desequilibrio en el enfoque del sentido político del Estado, lo cual genera inestabilidad y peligrosidad en lo político.

Si bien es cierto, que gobiernos anteriores, celebraron contratos con empresas lobistas, y de marketing político internacional, en los círculos políticos y periodísticos de los Estados Unidos, ésta política ha sido duramente criticada como una forma legal de sobornos y extorsión, y han llegado los casos a las esferas judiciales; lo cual surge la duda, si la política exterior de El Salvador está cayendo en esta compleja trama, y que en lugar de celebrar contrato de lobby, para eso existen las embajadas acreditadas en los diferentes Estados, que pueden realizar el objeto de contrato de lobby, puesto que las representaciones diplomáticas tienen acceso e influencia en los círculos de poder.

Mediante los contratos de lobby podemos intuir que se configura la mercantilización de la política exterior, que conlleva el riesgo de perder la independencia y autonomía de la República ante el concierto de las naciones por el sometimiento de la política exterior a empresas lobistas, puesto que se entrometen en asuntos internos del gobierno que lindan con asuntos de Estado. Tales extremos deberán ser observados y revisados por analistas y tanques de pensamiento que estudian la realidad nacional por el riesgo que se plantea a proteger la seguridad interna del Estado. Ante la falta de propuestas de ideas innovadoras reinciden en la profundización de la crisis política. Además, la celebración de pactos de silencio que resultan sospechosos y claramente indicativos de la crisis puesto que diferentes funcionarios no tienen el valor de actuar con responsabilidad, lealtad y respeto a la Constitución, a la cual han jurado cumplir y hacer cumplir fiel y legalmente, coadyuvando a la crisis política.

Ante tal estado de cosas, se puede determinar 1) la débil política exterior de El Salvador, por sujetarse a decisiones de no salvadoreños, sino que se deposita en empresas que se dedican a generar presión a gobiernos internacionales, 2) la falta de credibilidad y legitimidad del gobierno, 3) mayor sometimiento a la política exterior de los Estados Unidos, 4) la posibilidad de perder más nuestra identidad nacional y el nacionalismo, 5) sometimiento de la política al marco de los negocios, 6) lo que se puede sentenciar es que el gobierno de Bukele es de inexpertos, pero con mañas viejas. Estamos frente a las reglas no escritas del poder, lo que cambia es el estilo de gobernar.