El desplome en las remesas que reciben los hogares salvadoreños afecta principalmente a los municipios con mayores niveles de pobreza, amenazando con agudizar sus ya limitadas condiciones económicas e incluso llevar a la hambruna.

El Banco Central de Reserva (BCR) reporta que solo en abril pasado las remesas familiares sumaron $287.3 millones, equivalente a una caída de -40 %. Fueron $191.7 millones menos que en el mismo mes de 2019, cuando se alcanzaron $479 millones.

Por su lado, el monto acumulado de remesas comprendido de enero a abril pasado alcanzó $1,600.7 millones, esta suma es $173.3 millones inferior al mismo período de 2019 y denota una caída de -9.8 %. Al cuarto mes del año pasado se registró un ingreso de $1,774 millones.

La caída de remesas es un escenario anticipado por tanques de pensamientos y economistas, quienes advierten que la reducción podría alcanzar un 20 % según avance o se deteriore la economía estadounidense, de donde procede el 95 % de estos ingresos.

Los datos del Banco Central evidencian que, hasta abril, los municipios más afectados por la caída de las remesas pertenecen a los departamentos con mayores niveles de pobreza multidimensional, es decir, que tienen privaciones de condiciones esenciales para el bienestar, tales como educación, vivienda, servicios básicos o viven en inseguridad social y alimentaria.

Un desplome de estos ingresos, que llegan a más de 396,000 hogares salvadoreños, significa que “se agudiza la pobreza”, advirtió Ricardo Castaneda, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI).

“Al agudizarse, los que están en pobreza caen en pobreza extrema. Los que están en pobreza extrema incluso pueden caen en una situación de hambruna. Habrá un grupo que no está en situación de pobreza y caerá”, sumó el economista.

Los municipios más afectados

De esa forma, según el Banco Central, los departamentos de la región oriental son hasta ahora los más afectados. En La Unión, por ejemplo, un 42.8 % de los hogares vive en pobreza y es uno de los más impactados con la caída de remesas, tanto así que en el municipio de San Alejo se desplomaron -20.7 %, en Pasaquina un -19.1 % y en Conchagua un -19.6 %.

En Ilobasco, Cabañas, las remesas se cayeron a abril pasado -16.3 %. En Metapán, Santa Ana, la caída alcanzó -20.6 %. En San Miguel, donde la pobreza alcanza al 33.7 % de la población, se observaron reducciones en Chirilagua de - 20.4 % y la ciudad de San Miguel con -7.6 %.

Visto a nivel departamental, según el BCR, en Morazán las remesas sufrieron una caída de -17.2 % y es la mayor de todo el país, seguido de un -14.5 % en La Unión. En Cabañas la reducción representó un -14.3 % y en San Vicente un -13.3 %.

De la región central, el departamento más afectado fue Chalatenango con una caída de -13.4 %, mientras que en la región occidental Ahuachapán reportó una baja de -11.8 % y Santa Ana de -10 %.

 

Menos empleos

Más del 88 % de la economía salvadoreña depende del consumo total, motivado en gran magnitud por los envíos de dinero a los salvadoreños en el exterior.

¿Qué pasa si se caen? Castaneda explicó que si se reducen las remesas, se desploma el consumo, así también habrá una menor recaudación de impuestos y se daña la actividad del sector comercio.

Esto hace creer al tanque de pensamiento que una posible reducción del 20 % del flujo de remesas se traduzca en una caída en el Producto Interno Bruto (PIB) de 0.4 % y puede dejar en las filas del desempleo a más de 71,300 salvadoreños.