El cambio climático y todas sus consecuencias parece ser un tema de película de Hollywood o de esas conferencias pomposas en París o Londres, demasiado lejanas para el ciudadano promedio en un país como el nuestro.

Aquí tenemos profundos problemas ambientales pero pareciera que ya estamos tan acostumbrados que preferimos no hacer nada. Empecemos por un ejemplo sencillo: póngase a pensar usted cuántas bolsas plásticas innecesarias le dan a usted en un día normal y cuántas de esas bolsas terminan en la basura, contaminando el medio ambiente.

Yo las he contado. Puedo recibir hasta siete bolsas plásticas -cuando voy a comprar mi almuerzo o frutas en los alrededores de nuestras oficinas un día cualquiera. Estoy intentando cada vez usar menos, pero realmente cuesta quitarse la costumbre. Además, los depósitos desechables para traer la comida y también los cubiertos descartables.

Nuestras oficinas están cerca del Centro de Gobierno y en nuestra cuadra hay centenares de personas que vienen a comer en los pequeños comedores del vecindario. Así que multiplique esas siete bolsas por los centenares de comensales. Por cinco días a la semana, por 52 semanas: la cifra es espeluznante. Y solo con el plástico.

La mayor parte del plástico producido se ha liberado al medio ambiente y persiste de alguna forma en él pasado el tiempo. Y ya sabemos qué sucede: tortugas y peces enredados o alimentándose de plástico; ballenas muertas que llegan a tierra con casi kilos de plástico en el estómago; buzos que nadan a través de las corrientes de contaminación plástica. Incluso en esta etapa, los plásticos son una fuente de contaminación de carbono. Y nosotros contribuimos en pequeño y grande.

 

Porque cuando las partículas de plástico, como los microplásticos, se exponen a la luz solar, continúan emitiendo gases de efecto invernadero. Y nunca se detienen. En relación con otras partes del ciclo de vida, la contribución de los plásticos oceánicos a las emisiones de gases de efecto invernadero es pequeña, pero lo que es preocupante es que el plástico emite y nunca deja de hacerlo.