Y sucedió. Luego de una larga espera, se confirmó que Donald Trump perdió las elecciones. Todavía falta por ver si realmente dejará la presidencia, no al menos sin seguir haciendo daño. Pero más allá de ese resultado, está claro que su manera de hacer política no ha sido derrotada. El odio, el insulto, la mentira, las agresiones a la prensa, el irrespeto a la institucionalidad y el desprecio a la ciencia siguen vigentes. Los ataques viscerales, la vulgaridad y la improvisación también son parte de sus características. Y los casos de corrupción son parte de sus accesorios. El negacionismo al cambio climático, la xenofobia, el racismo y, por qué no decirlo, el fascismo serán parte de su legado.

Pero perdió, y eso muestra que este tipo de liderazgos no son invencibles. Eso sí, esa derrota solo fue posible por medio de alianzas muy amplias, entre quienes piensan diferentes, incluso con visiones de país diametralmente opuestas, pero que reconocieron que en ese contexto la única forma de vencer al odio como instrumento político era trabajando juntos. El impacto de este resultado electoral todavía está por verse, pero podría tener serias repercusiones en diversas partes del mundo, incluyendo la región centroamericana. Guste o no, se acepte o no, existe un poder real que tiene incidencia directa en lo que sucede en cada uno de nuestros países.

En los últimos años hemos sido testigos que con la moneda de reducir la migración hubo un silencio cómplice en violaciones de derechos humanos, retrocesos en la lucha contra la corrupción y un debilitamiento aun mayor de la institucionalidad democrática. Las expectativas en varios sectores es que esta actitud cambie y con ello los gobiernos de la región pierdan al menos el respaldo en su mal accionar. En política nada está escrito y falta por ver qué pasará.

Joe Biden en su plan de campaña, elaboró una sección específica para Centroamérica: «el plan de Biden para fortalecer la seguridad y la prosperidad en colaboración con los pueblos de Centroamérica». Es un plan amplio, especialmente si se compara con el inexiste plan de gobierno de El Salvador, y aunque se refiere a toda la región, hace mucho énfasis en El Salvador, Guatemala y Honduras. Entre los principales aspectos se destaca el desarrollar una estrategia regional integral de cuatro años y USD4 mil millones para abordar los factores que impulsan la migración, como por ejemplo mejorar la seguridad y el Estado de derecho, abordar la corrupción endémica y priorizar la reducción de la pobreza y el desarrollo económico.

Es decir que, si se llegase a cumplir este plan, requeriría cambios extraordinarios en la manera como se ha estado haciendo política pública en nuestros países. Ya que, por ejemplo, se señala como resultado que los Estados centroamericanos asignen una cantidad sustancial de sus propios recursos y emprendan reformas significativas, concretas y verificables. Con la actual situación fiscal, que es sumamente critica, eso sería imposible de hacer por lo que tendrían que impulsarse reformas fiscales.

Parece que un eventual gobierno de Biden, tiene claridad sobre algunas reformas que deben impulsarse en la región, ¿pero será que los gobiernos estarán dispuestos a hacerlas? Aunque existe esa alta expectativa, en realidad, lograr que se hagan cambios estructurales en nuestros países dependerá de la propia población. La pandemia no solo vino a retratar el tipo de sistemas de salud que teníamos, sino la vulnerabilidad de las personas con una economía incapaz de garantizarles bienestar, también puso en relieve cómo las crisis sirven de excusa perfecta para cometer actos de corrupción y graves violaciones a los derechos humanos. Pero sobre todo evidenció que los únicos planes existentes de quienes ostentan el poder son de seguirlo manteniendo, pues no tienen la capacidad de poder resolver los problemas de la sociedad. El deterioro que se está dando en la región es vertiginoso y muy peligroso. La ingobernabilidad está tocando la puerta. ¿Qué va a pasar? Todavía es muy temprano y la ciudadanía tiene la última palabra. Lo cierto es que los vientos del norte han cambiado y de manera muy rápida parecieran sentirse los efectos de las primeras brisas por estos lares.