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Ma Gongzuo era un modesto apicultor hasta que empezó a vender su miel mediante una técnica cada vez más popular entre los agricultores chinos: grabar videoclips sobre el origen de sus productos y la vida en el campo. Ahora conduce un BMW.

Unos videoclips de trazabilidad para consumidores cada vez más exigentes con lo que comen. Y una forma para estos agricultores de salir de la pobreza, que el gobernante Partido Comunista espera erradicar para 2020.

"¿Quiere un poco?", pregunta Ma frente al teléfono inteligente que sostiene un amigo, antes de hincar el diente a unas apetitosas celdillas que chorrean un miel color ámbar. Transmite la escena a sus 737.000 suscriptores en Douyin.

Este apicultor de la provincia de Zhejiang (este) se ha hecho famoso gracias a esta red social con 400 millones de usuarios, la versión china de la aplicación TikTok, que permite difundir vídeos y grabar en directo.

Soltero y con un diploma de una universidad de Hangzhou, la capital provincial, Ma empezó trabajando en la ciudad vendiendo ropa en Internet, sin éxito. Un buen día decidió volver a su pueblo de Hengzhang, rodeado de montañas.

"Cuando vieron que volvía pensaron que era un inútil", cuenta este hombre de 31 años, vestido con una chaqueta de cuero y zapatillas deportivas de una marca estadounidense conocida. "Aquí nos repiten una y otra vez que solo los estudios y un trabajo en la ciudad nos pueden sacar de la pobreza".

Pese al escepticismo, Ma retomó en 2015 el negocio familiar de la producción de miel. Gracias a las aplicaciones comerciales en línea logró un millón de yuanes (128.000 euros, 143.000 dólares) de volumen de negocio anual. Pero las ventas se estancan.