Una colega expresaba ayer su añoranza por los tiempos cuando los periodistas podíamos escribir sobre las propuestas legislativas de los candidatos a diputados o de los partidos mismos. Eran unos libritos en los que hacían verdaderos análisis de la realidad nacional y proponían soluciones y uno podía hacer cuadros comparativos según el partido. Las campañas electorales han cambiado mucho desde entonces. Para mal, desgraciadamente.

Primero, hay muy escasa propuesta legislativa y creo que muchos candidatos a diputados no tienen ni la más remota idea de qué es ser diputado ni qué funciones tendrán. Es más, algunas señoras o señoritas candidatas, ante la escasez de ideas han tenido que recurrir a poses de candidatas a reinas de belleza o a modelos de zapatos. Otros lamentablemente parecen más enfocados en mostrar quién tiene la caja de lustre más grande y no con ingenio ni picardía sino con la mayor bajeza y vulgaridad posible.

Afortunadamente también hay candidatos brillantes de todos los colores, profesiones y edades, gente que tiene la preparación académica y la trayectoria moral para ser servidor público. Y se nota cuando usted ve los programas de debates quién está preparado y quién no, quién podrá hacer una diferencia en la próxima Asamblea o quién llegará solo a apretar el botón y muy probablemente a empeorar lo que ya tenemos.

No se deje engañar por la multiplicación de mupis, los rostros excesivamente maquillados y mucho menos por las máquinas de mentiras y vulgaridades. Piense. Piense a la hora de votar que sino tendrá demasiado tiempo para pensar cómo se equivocó.