El mundo entero vive momentos difíciles como no han enfrentado generaciones enteras. El escenario terrible de que millones de personas pueden morir por la pandemia del coronavirus es una realidad cercana y palpable, desde la ciudad más grande del país más desarrollado del mundo hasta el pueblito más pequeño de El Salvador.

La pandemia ya está cobrando víctimas en El Salvador y los contagios siguen creciendo. Mucha gente parece seguir sin tomarse en serio la enfermedad y sigue saliendo irresponsablemente a la calle sin necesidad. En estos momentos de cuarentena, solo aislarse ha probado ser un antídoto seguro contra la pandemia. Los que no lo hicieron en China, Italia, España, Ecuador, Brasil o Nueva York, tuvieron consecuencias dolorosamente catastróficas, que estamos viendo como si se tratara de una película apocalíptica de la que formamos parte.

Pero además está el devastador pronóstico económico. El FMI ha advertido que será la peor recesión en un siglo, aún mayor que la de la Gran Depresión de 1929 o las guerras mundiales del siglo pasado.

Esos pronósticos significan hambre, pobreza, desempleo. No es fácil para los empresarios porque ven desvanecerse el fruto de su esfuerzo de años por la pandemia. Por eso, hay que encontrar soluciones de corto y mediano plazo para salvar la economía y salvar los empleos. La realidad es que la gente teme que si se salva del coronavirus, podría padecer después hambre por haber perdido empleos.