La pandemia del coronavirus ya nos está pasando la pesada factura económica al país. Las cifras del Banco Central de Reserva nos pronostican una recesión entre -6.5 % y -8.5 %. Junto a esa cifra se ve la fuerte caída de exportaciones e importaciones, así como la baja en las remesas.

A eso hay que sumarle la pérdida de unos 65 mil empleos formales según se desprende de las cifras del Seguro Social y del Sistema de Ahorro de Pensiones. Evidentemente, la cifra es aún mayor si se toma en cuenta la inmensa pérdida de empleos e ingresos en el sector informal. La pérdida de empleos impacta profundamente en los ingresos de la población, generando hambre y provocando a mediano plazo otros problemas sociales que seguramente sufriremos como nación.

El impacto de la pandemia es mundial y de ahí que la pérdida de empleos en Estados Unidos ha provocado la caída de remesas en más del 11 %, lo que seguramente también impactará en sectores vulnerables del país que dependen de esos ingresos.

Hay que agregar a todo esto la preocupación por la incertidumbre política que genera la permanente confrontación que vemos a diario. El choque entre los órganos de Estado también es motivo de preocupación porque genera inseguridad jurídica y eso no es bueno para los inversionistas nacionales y extranjeros. El panorama económico es muy difícil y aunque este pueblo está acostumbrado a vencer sus desafíos, la clase política tiene una gran responsabilidad en esta grave situación.