Pocas elecciones indirectas son tan importantes para el mantenimiento de la democracia y de un sistema de frenos y contrapesos efectivo, como la elección del máximo tribunal de un país y, sin embargo, en El Salvador, pocas elecciones pasan tan desapercibidas como la elección de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Para firmar la paz en nuestro país, ambas partes en el exconflicto armado, se comprometieron a una serie de acciones y, una de las más importantes con las que el gobierno de esa época tuvo que comprometerse, fue el fortalecimiento del Órgano Judicial.

De esa forma, en abril de 1991, se reformó la Constitución en varios de sus artículos, relacionados al Órgano Judicial y, de forma muy especial, se reformó el art. 186 de nuestra norma suprema. Esta reforma creó un proceso único en el mundo, en el que tienen una participación privilegiada los abogados del país, quienes a través de elecciones libres y directas podemos elegir a 15 de los 30 candidatos que luego se suman una lista que se envía a la Asamblea Legislativa para que nombre, cada tres años a cinco nuevos magistrados. La segunda parte de la lista, la integran otros 15 nombres que resultan de un proceso que lleva a cabo el Consejo Nacional de la Judicatura.

En pocos días, el próximo domingo 21 de febrero, debe llevarse a cabo la elección del gremio de los abogados. La elección de la CSJ por parte de la Federación de Asociaciones de Abogados de El Salvador (FEDAES), históricamente se ha llevado a cabo una semana después o algunas semanas después de las elecciones de diputados y alcaldes, que también se llevan a cabo cada tres años. En este contexto particular, la elección del gremio de abogados tiende a pasar desapercibida por parte de la sociedad en general, por parte de la prensa, y lo que es más grave, por parte de los mismos abogados, ya que la participación en las elecciones de la FEDAES de los últimos 10 años, no solo tiende a la baja, sino que en la elección de 2018, solo participamos aproximadamente 21% de los abogados que podíamos votar.

Ahora bien, no todo son malas noticias para esta elección. En años recientes, hemos comenzado a ver que la población, y algunas organizaciones de la sociedad civil en particular, ejercen mayor veeduría y demandan más participación en la elección de la CSJ. Para el actual proceso, hemos visto reactivarse una iniciativa integrada esencialmente por jóvenes, convencidos en la importancia de involucrarse en construir un mejor país.

Me refiero a “Ciudadanos por una Corte Independiente” edición 2021, quienes han obtenido la autorización de la Junta Directiva de la FEDAES para realizar una misión de observación del proceso de elección de las candidaturas para la CSJ, en los 14 centros de votación.

Este movimiento está esencialmente conformado por jóvenes voluntarios, en su mayoría estudiantes de diversas formaciones, universidades del país y de distintas zonas del territorio, quienes han reconocido la necesidad de promover una Corte Suprema de Justicia independiente, para que de esta forma pueda cumplir con dos de las principales funciones que le corresponden: frenar los abusos de poder de otros órganos del Estado y garantizar los derechos de la población.

En los jóvenes que integran “Ciudadanos por una Corte Independiente 2021”, con quienes tengo el gusto colaborar en la organización de algunas actividades, veo mentes brillantes. Veo esperanza y nobleza de alma y corazón. Veo a personas, quienes, a pesar de comprender la complejidad del país en el que vivimos, de los mecanismos y lugares donde se toman las decisiones, están dispuestos a dar de su tiempo para involucrarse y para intentar preservar y fortalecer la institucionalidad democrática del país. No me alcanzarían las líneas de esta columna para mencionar a cada uno de los integrantes de este movimiento, pero “Ciudadanos por una Corte Independiente” edición 2021, es un signo de que no todo está perdido y de que en este país hay jóvenes comprometidos con la democracia, la paz, dispuestos a pasar un domingo, observando una parte del proceso de elección de la CSJ.