Mucho se habla de la decadencia en la que se encuentran los otrora más influyentes partidos políticos de las últimas décadas: ARENA y el FMLN. Frente a una realidad indiscutible representada por el desgaste y la falta de credibilidad, principalmente por acciones ligadas a actos de corrupción, ambos partidos no han querido aceptar el mensaje que la población les ha trasladado a gritos ¡RENUÉVENSE!

Por el contrario, ignorando el mensaje de sus futuros electores y favoreciendo las viejas prácticas de premiar la lambisconería y el interés personal de cuadros por demás negligentes, en detrimento de promover la llegada de ciudadanos con una alta preparación académica, innovadores, de intachable honorabilidad y comprometidos con una visión de país que permita mejorar las condiciones de vida de todos los salvadoreños, estos partidos presentarán en las próximas elecciones para Alcaldes y Diputados, en al menos la mitad de su oferta electoral, candidatos con 15, 20 ó más años “de experiencia” en la Asamblea Legislativa.

Esta negativa de remover “cartas vencidas” y “opciones caducas” para el cargo de Diputado, aunado al nada conveniente hecho que el oficialismo pueda lograr una mayoría legislativa como indican los sondeos de opinión pública, vuelve crucial el uso del voto por rostro y el voto cruzado en las elecciones del próximo domingo 28 de febrero de 2021.

El voto por rostro es el reflejo de la verdadera intención del elector para seleccionar en forma libre y directa, aquel candidato que a su juicio representa sus intereses; en contraposición de las listas cerradas y bloqueadas que antes presentaban los partidos con candidatos seleccionados a dedo por las cúpulas, y que eran colocados en el orden que les garantizaba resultar electos en los primeros puestos y hacer relleno los que ocupaban las últimas posiciones. Esas listas cerradas fueron la consecuencia que personajes nefastos se hayan enquistado en la Asamblea Legislativa por tantos años y sustituyeran el ejercicio de hacer política de altura por la implementación de negocios turbios y arreglos bajo la mesa (si no vea el adefesio jurídico al que los Diputados llaman “protocolo de entendimiento”, el cual no es más que una burda repartición de puestos que crean pequeñas islas de poder al interior del Órgano Legislativo disfrazadas como cargos de Junta Directiva), pues la gente al votar por la bandera del partido de su preferencia, indirectamente favorecía con su voto a este grupo de candidatos indeseables, aunque entre ellos figuraran buenas opciones pero que siempre estaban al final de la lista.

Desde la introducción del voto por rostro en las elecciones de 2015, aunque a golpe de sentencia emitida por la Sala de lo Constitucional, pues el sistema político tradicional y sobre todo las cúpulas partidarias se resistieron hasta último momento promover por sí mismos este tipo de cambios para no perder el control sobre las candidaturas, es que ahora los salvadoreños podemos elegir libremente al candidato de nuestra preferencia sin importar la posición que ocupe en el listado de la papeleta de votación. Esa oportunidad es algo que debemos aprovechar y poner en práctica en las próximas elecciones municipales y legislativas, pues solamente seleccionando por rostro a los candidatos probos y con un perfil adecuado para desempeñarse como Diputado es que poco a poco sacaremos de la Asamblea Legislativa a tanto aprovechado y sinvergüenza.

El voto cruzado es la otra gran ventaja que tenemos los electores para decidir por quién votar pues está claro que ningún partido, aunque sea el de nuestra preferencia, presentará el 100% de candidaturas idóneas. Es ahí donde se hace necesario aplicar el voto cruzado, buscando en otros partidos las alternativas que el nuestro no nos ofrece por completo. Votar cruzado en sencillo; en mi caso debo votar en el Departamento de La Libertad que aporta 10 diputados a la Asamblea Legislativa. Lo primero que haré es seleccionar del Partido de mi simpatía aquellos candidatos con los que me siento identificado por capacidad, honestidad, propuestas, idoneidad, etc. Digamos que selecciono 4 de los candidatos de mi partido favorito; quiere decir que me quedan 6 opciones por llenar para completar los 10 puestos entre las propuestas de otros partidos, especialmente los emergentes.

Llamo partidos emergentes a aquellas instituciones políticas sin mucho recorrido o de relativa reciente creación, que tienen poca o ninguna experiencia en participación electoral, pero no por eso, los descalifica para aportar buenas candidaturas. Es una oportunidad de oro para partidos como VAMOS y Nuestro Tiempo, quienes en sus candidaturas han sabido combinar la juventud con la experiencia, incorporado perfiles muy interesantes de analizar pues conjugan buena preparación académica, respeto al Estado de Derecho, compromiso con el país y una visión menos polarizada de los asuntos públicos en comparación con la caduca clase política actual.