Por todos lados donde se mire, los pronósticos económicos son oscuros, deprimentes. Lo advierten los organismos financieros internacionales, economistas y tanques de pensamiento locales y lo admiten funcionarios del Gobierno.

Pero la clave es cómo recuperarse de esta crisis y en el menor tiempo posible. Esa es la estrategia que hay que trazarse como país para salir adelante y recuperar empleos e ingresos, evitar el caos social y el hambre.

Una de las cosas vitales es mejorar el clima de inversión, generar confianza, certidumbre, predictibilidad, seguridad jurídica. En la última década, la incertidumbre política y la delincuencia nos hicieron retroceder. Es agua pasada y ya no hay tiempo más que perder. No se puede tropezar dos veces con esa misma piedra.

La mesa de reactivación económica puede ser un primer paso. Reducir la confrontación política puede ser el siguiente escalón para subir la grada. Pero hay otros grandes pasos que dar. Es importante que la confianza de los empresarios se recupere a los niveles previos a la emergencia e incluso se supere.

Crear un buen clima para los empresarios -nacionales y extranjeros, de todo tamaño y rubro productivo- es condición esencial para la creación de riqueza que sea la fuente de tributos que habrán de financiar la inversión social masiva y sostenida con la que se puede reducir la pobreza y la miseria que nos dejará la crisis actual. El camino es ese, hacerlo lo antes posible es la clave.