El Congreso de Estados Unidos se reúne el lunes por primera vez después de que varios tiroteos dejaran a los estadounidenses angustiados por la creciente violencia, pero el líder republicano del Senado enfatizó que no consideraría una legislación sobre armas sin el respaldo del presidente Donald Trump.

Tres ataques con armas de fuego el mes pasado en El Paso y Odessa (Texas), y en Dayton (Ohio) dejaron 38 muertos, lo que provocó que entre la ciudadanía surgieran voces exigiendo a los legisladores que tomen medidas para reducir este tipo de ataques en el país.

Una parte de los estadounidenses piden que salgan adelante medidas ya aprobadas por la Cámara de Representantes, controlada por los opositores demócratas, entre ellas ampliar las verificaciones de antecedentes de los compradores de armas.

Los legisladores programaron un encuentro el martes para exigir al Senado que actúe. Algunos candidatos presidenciales demócratas han pedido la prohibición de las armas de asalto de estilo militar como las utilizadas en las masacres recientes.

A pesar de todas estas demandas, el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, advirtió que solo someterá a votación un proyecto de ley sobre armas si Trump deja claro que lo firmará.

"La administración está en proceso de estudiar lo que están preparados a apoyar, y espero obtener una respuesta a eso la semana próxima", dijo McConnell el miércoles en un programa de radio.

"Si el presidente está a favor de una serie de cosas que ha discutido abierta y públicamente, y sé que si lo aprobamos se convertirá en ley, lo llevaré a la cámara".

Poco después de que un hombre armado irrumpiera en una tienda Walmart en El Paso y matara a 22 personas en un ataque motivado por el odio racial el 3 de agosto, Trump dijo que había "un gran interés" por ampliar las verificaciones de antecedentes.

Pero desde entonces ha vacilado sobre este asunto. Después de reunirse poco después del ataque de El Paso con líderes de la Asociación Nacional del Rifle, el poderoso lobby proarmas, el presidente no ha dicho nada sobre el tema.

En cambio, se ha centrado en el asunto de la salud mental de los atacantes.

La propuesta esperada de la Casa Blanca puede incluir sanciones más severas para los infractores de la ley de armas, pero también puede apoyar las llamadas leyes de bandera roja, que permiten a la policía confiscar armas de fuego a aquellas personas que supongan un peligro para otros o para sí mismos.

Mientras tanto, los demócratas están considerando tres nuevos proyectos de ley además de los que ha aprobado la Cámara de Representantes. Uno prohibiría los cargadores de alta capacidad, mientras que otro evitaría que cualquier persona condenada por crímenes de odio obtenga un arma.

En medio de la parálisis del Congreso, The Washington Post acusó a McConnell y destacó la cifra de muertos que ha causado la "locura de armas en Estados Unidos".

"Haga algo, señor McConnell", criticó el medio en un editorial de una página completa el miércoles.

"Cambio mayor"
Hubo 39.773 muertes en Estados Unidos por armas de fuego en 2017, más de la mitad por suicidios. Ese año se produjo el mayor tiroteo masivo de las últimas décadas en el país, la masacre de 58 personas en un concierto en Las Vegas.

En febrero de 2018, 17 personas fueron asesinadas a tiros en una escuela secundaria de Parkland (Florida). Y nueve meses después, 25 fueron asesinadas en una iglesia en Sutherland Springs (Texas).

Los constantes ataques con armas son una realidad exclusivamente estadounidense. Cada tiroteo masivo es seguido por el dolor, la indignación y las oraciones, y provocan que desde la sociedad se reclamen medidas que generalmente se quedan sin respuesta.

Los partidarios de la reforma de armas dicen que esperan pocos cambios, especialmente porque en Capitol Hill no se hizo nada incluso después de que 20 niños fueron asesinados a tiros en una escuela primaria de Connecticut en 2012.

Pero desde Parkland, cuyos estudiantes que sobrevivieron al ataque crearon un movimiento popular contra las armas, y las elecciones de mitad de mandato de 2018, algunas personas creen que Washington finalmente podría decidir actuar con decisión contra esta lacra.

Trump, ávido por movilizar a su base conservadora de cara a las elecciones de 2020, es poco probable que se acerque a fuerzas más moderadas y apoye una acción importante contra las armas en el corto plazo, predicen expertos, incluido Robert Spitzer, presidente de ciencias políticas en la Universidad Estatal de Nueva York College en Cortland.

Pero las elecciones de 2020 "podrían resultar en un cambio importante hacia nuevas leyes de armas si los demócratas lo hacen bien", dijo Spitzer a la AFP.

Los baños de sangre de este verano boreal han dado a los aspirantes demócratas a la Casa Blanca un empujón para manifestar sus posiciones al respecto.

"Los principales candidatos que buscan la nominación demócrata están dispuestos a hablar a favor de una fuerte legislación sobre el control de armas", dijo Gregg Carter, profesor de sociología en la Universidad Bryant, en Rhode Island.

La mayoría de los candidatos presidenciales, incluido el demócrata Joe Biden, piden una prohibición de armas de asalto similar a la que firmó Bill Clinton en 1994, expirada 10 años después.

El precandidato Beto O'Rourke, quien anteriormente representó a El Paso en el Congreso, ha ido más allá y ha pedido un programa obligatorio de recompra de armas de asalto.

"El desafío es tan grave, la amenaza es tan grande, que no podemos enfrentarlo con medias tintas", dijo O'Rourke a la CNN el domingo.