La crisis de salud afecta las cadenas de suministro de materias primas a nivel mundial, en El Salvador el sector empresariala advierte sobre un eventual golpe a la producción. / DEM


La exposición del sector industrial a la epidemia del coronavirus es alta, la valoración se desprende de los resultados de una encuesta hecha por la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI).

Pese a que aún no se reportan casos en El Salvador, el sector está en alerta por las afectaciones, en especial tras el paro de fábricas en China -epicentro del contagio- y de su rápida expansión por Europa, la identificación de nuevos casos en América y el impacto de la incertidumbre generada en los principales mercados bursátiles y las materias primas.

Los resultados preliminares del estudio, hecho por la Gerencia de Inteligencia Industrial de la ASI, destacan que el 91.7 % de las empresas encuestadas tiene algún tipo de relación de negocios o actividad comercial con los países declarados en emergencia.

La encuesta revela que la relación con mayor riesgo corresponde a la importación de materias primas, indicador que representa al 34 % de las respuestas. Aún cuando los sectores no reportan desabastos, el riesgo es latente.

Karla Domínguez, gerente de Inteligencia Industrial, explicó a Diario El Mundo que el sondeo sigue activo, pero que ya se cuenta con insumos para identificar los riesgos presentes y sus posibles repercusiones en las metas de crecimiento de la economía.

“Definitivamente esto cambiará el escenario de todas las decisiones de inversión y negocios. Implicará una revisión de la planeación estratégica de las empresas, pues es un factor externo que tiene que ver con la salud y con alta afectación en la cadena de suministros”, sentenció.

Un 14 % de los encuestados por la ASI reveló que la epidemia puede derivar en un aumento en los costos de importación de productos, mientras que el 12 % cree que impactará sus procesos de exportación.



Domínguez considera que sí habrá impactos directos y advierte que “tendremos que ver las cifras de producción, exportación, importaciones y de inversión al cierre del primer semestre para conocer cual será el comportamiento al cierre de año, el cual definitivamente no será el mismo al esperado a finales del año pasado”.

El nuevo panorama ha encendido las alarmas alrededor del mundo, el Banco Mundial anunció la semana pasada la creación de un fondo de contingencia de $12.000 millones para que los países puedan tomar medidas eficaces para hacer frente a los contagios coyuntura que ya impacta a la industria aérea y al turismo.

 

Planes de contingencia

En El Salvador, el 75 % de los encuestados por la ASI respondió que han preparado algún plan de contingencia para solventar posibles afectaciones por el coronavirus, mientras que el 4.2 % dijo que están en proceso de elaboración. En tanto que el 20.8 % respondió que no cuenta con iniciativas de este tipo.

De acuerdo con la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal), entre las medidas que se pretenden impulsar, en caso de detectarse contagios, está el teletrabajo, modalidad que es factible en empresas del rubro de servicios como los call centers.

La región centroamericana está en alerta, en particular tras la detección de casos en países cercanos como México, Costa Rica y Panamá.

 

Meta de crecimiento en incertidumbre

El nuevo panorama global ha minado las expectativas de crecimiento de la economía. Fuentes como el Banco Central de Reserva (BCR) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) esperaban que el crecimiento económico de El Salvador rondará el 2.5 %.

Carmen Aída de Meardi, primera vicepresidenta de la ASI, dijo que el panorama internacional puede generar un cambio sustancial en las proyecciones para El Salvador, en particular por la dinámica interna de la economía, la cual se acerca a un nuevo año electoral y porque todavía existen tensiones comerciales.

El último informe de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD) sostiene que el impacto del “terremoto del COVID-19” desencadenará una recesión en algunos países y una desaceleración del crecimiento anual global por debajo del 2.5 %.