Las dificultades administrativas y logísticas imponen altos costos a la importación de productos en El Salvador, donde los empresarios deben pagar, en promedio, 18.3 % adicional al valor de la mercancía que adquieren, revela un estudio de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Cepal).

Los altos costos del transporte, falta de información, comunicación y carencia de servicios “son de carácter transversal en todos los países de Centroamérica”, indicó el informe. Sin embargo, estas barreras afectan “con mayor severidad”, a los negocios en El Salvador y Nicaragua, añade el estudio de la Cepal para evaluar el impacto económico y social de la Unión Aduanera del Triángulo Norte.

La entidad de las Naciones Unidas señala que la apertura de los países para la firma de acuerdos de libre comercio ha creado una fuerte tendencia a la reducción de aranceles. Las economías de Centroamérica siguen esta línea y a pesar de tener algunas de las mejores preferencias arancelarias en el mundo, estas no siempre se traducen en comercio ágil.

En el caso de El Salvador, los aranceles son tan competitivos que le han permitido ocupar la posición 43 en el Doing Business del Banco Mundial, que mide la facilidad de hacer negocios en más de un centenar de economías del mundo.

No obstante, el autor del estudio y funcionario de la Unidad de Comercio Internacional e Integración de la Cepal, José Durán, explicó que “los factores no arancelarios que afectan el comercio de mercancías son de mayor importancia que los aranceles”, sobre todo en Centroamérica, donde el arancel aplicado promedio es de solo 2 % y prácticamente cero en la mayoría de productos.

Los empresarios de la región, y en particular de El Salvador, afirmó Durán, aún perciben importantes obstáculos que contrarrestan esta apertura comercial y los avances en facilitación del comercio, un panorama que pretende mejorarse con esfuerzos como la unión aduanera.

Para evaluar el impacto que causará esta integración del Triángulo Norte, la Cepal aborda las estimaciones conocidas como Equivalentes Ad Valorem (EAV). Durán explicó que los EAV incluyen el sobrecosto de la inflexibilidad administrativa y el tiempo que invierten los empresarios para hacer negocios en Centroamérica.

En El Salvador, este costo adicional promedio asciende al 18.3 % del valor de la mercancía y es el segundo más alto en la región después de Nicaragua, cuyo EAV es del 25.3 %. En Panamá, donde la logística está mejor desarrollada, los empresarios pagan 9 % adicional por barreras no arancelarias.



Los más afectados

Los sectores más afectados por barreras no arancelarias son los textiles, las confecciones y el calzado, así como los productos agroindustriales, que presentan sobrecostos mayores en todos los países.

En El Salvador, el arancel adicional por la compra de productos de agricultura, caza y pesca ronda el 36.6 % sobre el valor de la mercancía, mientras que los textiles y calzado pagan un sobrecosto del 36.5 %. La industria de alimentos, bebidas y tabaco, en tanto, pagan un 15.6 % adicional.

Según la Cepal, estas barreras afectan negativamente la competitividad de las empresas exportadoras de la región, de las cuales más del 50 % destina sus productos al resto de Centroamérica y son, en su mayoría, pequeñas y medianas empresas.

Hasta 2016, la Comisión determinó la existencia de 1,737 empresas exportadoras en El Salvador, de las cuales el 67.2 % corresponde a micro, pequeños y medianos negocios que movilizan cerca del 5.3 % de los bienes salvadoreños a nivel intrarregional.