El péndulo de la política latinoamericana, se está desplazando hacia la izquierda nuevamente, como si la historia no fuera suficiente y basta para ilustrar a las nuevas generaciones el daño irreversible que ocasionó el comunismo a la humanidad. Por ejemplo, la escasez y miseria que sufrió la Unión Soviética por la incapacidad de Stalin o la hambruna en la que murieron al menos 45 millones de chinos a mediados del siglo XX, mientras el líder de la revolución comunista, Mao Zedong disfrutaba de su habitación de lujo, con los mejores manjares y un ejército de jovencitas a su servicio.

De manera que Mao, no tuvo la capacidad ni la humanidad para contrarrestar el hambre. Pero sí disfruto de las riquezas del poder, y no le importó el canibalismo en que se vio envuelto el pueblo de China, únicamente estaba enfocado en el buen vivir para él y su familia, sus allegados y los miembros más privilegiados del partido comunista.

Lo mismo ocurrió en Cuba, un país que tuvo grades riquezas naturales, donde su PIB, era comparado al de Austria (1959), luego de la revolución se observa que Cuba ha quedado detenida en el tiempo, con los índices de analfabetismo más bajos en Latinoamérica y con las personas más capacitadas del planeta, pero sin trabajo, porque decapitaron la economía creyendo que el Estado podía suplir de empleos. Al pasar el tiempo se dieron cuenta en Cuba, que era importante la iniciativa privada para generar empleo, riquezas, y productos de primera necesidad. En la actualidad solo los líderes de la revolución comunista viven como príncipes, mientras el pueblo se revuelca en su miseria, ya que no tiene la oportunidad de ser auto sostenible, porque el Estado se volvió 100 % asistencialista, es decir, que hizo del pueblo cubano un inválido y esclavo de la miseria.

¿Qué decir de Venezuela? Un país que tenía las reservas de petróleo en arena más grandes del planeta, pero éstas fueron despilfarradas por la revolución bolivariana. En nombre del socialismo del siglo XXI, se expropiaron las empresas productoras, los medios de comunicación y la fuerza productiva pasó a manos del Estado de Venezuela que demostró, en menos de una década, ser ineficiente e incapaz de poder suplir de commodities a sus ciudadanos, en razón de ello es que ahora el pueblo de este país, sufre de estanflación, donde el precio de los alimentos está por las nubes; carece de lo más básico como una pasta de dientes o papel higiénico, de manera que la gran mayoría de venezolanos no tienen el privilegio de poder degustar carne o pollo, porque éste es un privilegio que solo los que dirigen la revolución se pueden dar.

Para nadie es desconocido que la corrupción, el tráfico de influencias, el peculado y el narcoterrorismo han sido el sustento del socialismo del siglo XXI, que ahora ha recobrado tantas fuerzas, que está atacando cobardemente a países como Argentina, Chile, Ecuador, México y Bolivia que se resiste a mantener a Evo Morales, quien ha dejado más penas que gloria, envuelto en una corrupción galopante. Por lo que surgen algunas interrogantes: ¿Por qué los pueblos tienden a volver al socialismo? ¿Serán masoquistas? ¿Acaso no ven la miseria en la que viven Cuba y Venezuela?

La respuesta es simple: “Las derechas en Latinoamérica no aprovecharon el perdón del pueblo. No aprendieron la lección, y continuaron con la línea de corrupción y despilfarros, donde premiaron al gran capital en detrimento de las necesidades del pueblo, de modo que no supieron administrar la victoria en función de construir soluciones para el pueblo que los eligió; por ello las personas se sienten tan desesperadas, con promesas rotas que cualquiera que les llegue a prometer el cielo y las estrellas vuelven a creer.

Lo más triste es que el pueblo es tan ingenuo y olvida con facilidad, y no es capaz de verse al espejo; por ello le cree a cualquier fantoche y, lo que es peor, que estos aprendices de dictadores se montan sobre el descontento, el dolor y la miseria del pueblo; sin embargo, cuando los ciudadanos están desprevenidos, los cautivan con tanta salamería, que el incauto pueblo termina endosándoles un nuevo mandato, y al reaccionar ya es tarde, se tiene una nueva dictadura, y es así como llegan al poder personas como Nicolás Maduro, Cristina Kirchner, Daniel Ortega, Juan Orlando Hernandez y Andrés Manuel López Obrador, para darse el buen vivir.