AFP

La llegada al poder del presidente Mauricio Macri en 2015 fue recibida con entusiasmo por los mercados, que veían cómo Argentina pasaba la página de políticas proteccionistas de la época Kirchner, pero tres años más tarde, el balance es negativo, con una amenazante crisis financiera.


Apenas asumió, Macri eliminó el control de cambios, quitó o redujo impuestos a las exportaciones agrícolas y mineras, suavizó las restricciones a la importación y saldó la deuda con fondos tildados de “buitres” que todavía se arrastraba desde la crisis de 2001. Para lograrlo, se endeudó en los mercados internacionales.


Alfonso Prat-Gay, primer ministro de Economía de Macri, se fijó ambiciosas metas para la reducción de la inflación, mal crónico de Argentina.


Prometió reducir el índice de aumento de precios al consumidor a un rango entre 12% y 17% para 2017, de 8% a 12% para 2018 y alrededor de 5% para 2019. Pero la subida fue de 25% el año pasado, y para este se proyecta entre 30% y 40%.


Macri contaba con que lloverían las inversiones extranjeras, punta de lanza de su proyecto económico, pero las empresas extranjeras mostraron prudencia y han invertido pocos fondos en Argentina.


Después de las legislativas de medio término de 2017, ganadas por la coalición oficialista Cambiemos aunque no logró la mayoría absoluta, Macri parecía encaminarse hacia la reelección presidencial en 2019.


Con una oposición peronista dividida entre el sector de centro-izquierda de Cristina Kirchner y otros grupos más centristas, no aparecía un adversario capaz de amenazar la continuidad.


Pero la crisis cambiaria y su correlato de alta inflación puso fin a la luna de miel y ya se especula que podría ser otra figura de su coalición la que se lance a las elecciones del año próximo.


Al ver cómo, atraídos por el aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, se escapaban los capitales golondrina, Macri decidió acudir al Fondo Monetario Internacional, entidad con la peor de las reputaciones en Argentina, traumatizada, entre otras, por la crisis de 2001.


El FMI concedió en junio un auxilio de $50.000 millones a tres años, el mayor en su historia. Desde enero, la moneda argentina perdió más de 50% de su valor frente al dólar, pese al incremento espectacular de las tasas de interés decidido por el Banco Central, hasta 60% anual.


La crisis de confianza en el peso llevó a los argentinos y a los inversores a comprar dólares, tradicional moneda-refugio de ahorristas en el país sudamericano.


¿Argentina logrará cumplir sus compromisos? ¿Deberá golpear otra vez la puerta del FMI si fracasa en su plan de austeridad? El horizonte luce incierto.



Macri anuncia más austeridad para enfrentar la crisis


Argentina adoptará nuevos impuestos a las exportaciones y reducirá el tamaño del Estado, en pos de equilibrio fiscal mientras renegocia con el FMI, anuncios que no calmaron a los mercados, y en la jornada el peso perdió 2,74% para cerrar 39,04 por dólar. Desde enero, el peso ha perdido más de la mitad de su valor ante el billete verde. El ministro de Economía, Nicolás Dujovne explicó que se dejará atrás la meta de déficit fiscal de 1,3% para 2019 para comprometerse con el equilibrio a partir de ese año. Según ING Economics, si con estos anuncios no estabiliza la moneda, “será necesario contemplar opciones más drásticas, como un control de capitales”.