Un estudio doble-ciego aleatorio, publicado por el prestigioso New England Journal of Medicine hace dos semanas, y que incluyo una muestra de más de mil pacientes hospitalizados con COVID-19, concluyó que el grupo de pacientes que recibió la droga antiviral “Remdesivir” tuvieron una recuperación más rápida y con cinco días menos de hospitalización que aquel grupo de pacientes que recibieron un tratamiento placebo. Remdesivir, una droga originalmente diseñada para el tratamiento del peligroso virus del Ébola fue identificada como una potencial alternativa para el tratamiento de pacientes hospitalizados con COVID-19 en estado grave. La semana pasada, el MINSAL anunció que ha iniciado el proceso para la compra del medicamento y así, incluirlo en sus guías de tratamiento para el manejo del COVID-19 en paciente hospitalizado.

Al momento existen dos medicamentos aprobados por el FDA de los Estados Unidos, Remdesivir y dexametasona, ambas drogas están indicadas para ser utilizadas únicamente en pacientes hospitalizados y con enfermedad grave. El remdesivir actúa bloqueando la replicación del virus, y por ello se recomienda en estadio temprano de la enfermedad; y la dexametasona actúa como modulador de la respuesta inmunológica inducida por la presencia del virus. El uso de esta última se reserva para controlar la hiper reacción inmune conocida como tormenta citoquinica, que produce una actividad incontrolable de células inmunitarias (linfocitos y macrófagos) que desconocen nuestras propias células y las destruyen. El Remdesivir, es un medicamento extremadamente caro. Una ampolla de Remdesivir cuesta en el mercado alrededor de $390 dólares por ampolla. El tratamiento tradicional y completo para el COVID-19 tiene un costo de $2,340 dólares por paciente. Es importante hacer notar que este fármaco únicamente ha demostrado reducir el número de días de hospitalización, no así la mortalidad por el virus. ¿Entonces, cual es la ventaja de utilizar Remdesivir en el tratamiento del COVID-19, si no previene la muerte por el virus?

Por estudios epidemiológicos se sabe que el 20% de todas las personas contagiadas con el coronavirus y con síntomas, progresarán a desarrollar un cuadro grave o crítico, por lo que requerirán hospitalización. Hasta el día 18 de noviembre, el MINSAL reporta 2,392 casos activos, de estos 340 son pacientes graves y 43 pacientes críticos. De acuerdo con el ministro de salud, Francisco Alabi, en su declaración a la Asamblea Legislativa, en el hospital El Salvador, cada cama instalada de la unidad de cuidados intensivos (UCI) cuesta al país $3,500 dólares diarios. Estimando que un paciente con un cuadro grave de COVID-19 permanece en la UCI un promedio entre 11 y 15 días.

El costo total para el país por paciente con COVID-19 critico seria entre $38 mil a $52 mil dólares. O sea que los 43 pacientes críticos le estarán costando al país $152 mil dólares por día. Si sabemos que cada uno de estos pacientes permanecerán en UCI un promedio entre 11 y 15 días, esto se traduce en un costo total para el país entre $1,681,812 a $2,293,380 dólares. Con la integración de Remdesivir a las guías de tratamiento el costo seria entre $903,000 a $1,505,000. Esto significaría un ahorro, incluyendo el costo del medicamento de aproximadamente $680 mil dólares.

Por el otro lado, hay pacientes con enfermedad moderada a grave, que necesitan hospitalización, sin utilizar una cama de UCI. El costo aproximado por cama por paciente por periodo entre 11 y 15 días oscila entre $913 a $1,245 dólares por hospitalización (estimado del autor en base a estudio de la Organización Mundial de la Salud). El costo total para los 340 pacientes graves reportados es entre $310 mil a $423 mil sin Remdesivir. Si a estos pacientes se les administra el medicamento, el costo adicional por la administración de Remdesivir a estos 340 pacientes oscila entre $626 mil a $513 mil.

En conclusión, la inclusión de Remdesivir en el manejo de pacientes con COVID-19 critico le ahorra dinero al país, siendo una intervención costo-efectiva. Por el contrario, si se incluyen aquellos pacientes graves pero que no requieren camas UCI, la inclusión del medicamento significa un costo adicional al país, constituyendo una inversión cuestionable. Recordemos el medicamento no evita la muerte por COVID-19, de acuerdo a los estudios científicos.