Estas son las dos semanas de mayor contagio de la pandemia de coronavirus en El Salvador. Así lo han advertido autoridades gubernamentales, médicos especialistas independientes y hasta especialistas en estadísticas. Junto a estas advertencias hay llamados vehementes del presidente Bukele y su gabinete para disciplinarnos con la cuarentena, pero para un importante sector de la población, parece que no hay forma de convencerlos.

Se trata de cumplir las normas elementales de distanciamiento social, aislamiento en casa para aquellos que no tienen necesidad de salir a la calle, usar mascarillas, lavarse las manos, evitar meterse en aglomeraciones. Pero por el contrario, con el paso de los días hemos visto cada vez calles más concurridas tanto de peatones como de vehículos.

Es claro que la gente tiene necesidades, la falta de actividad económica empieza a pasar factura al estómago de miles de salvadoreños y también hay necesidad de salir a abastecerse de víveres o medicamentos, pero también es elemental asumir las medidas de prevención para salvar nuestras propias vidas.

No se trata de caer en pánico, por el contrario, se trata de racionalizar la situación, entender que si no cumplimos las normas de la cuarentena, los contagios aumentarán y la urgencia por reabrir la actividad económica se puede posponer más tiempo, golpeando aún más nuestra situación económica. Es mucho el sacrificio pero está en nuestras manos reducir la curva de contagios.