Ninguna cuarentena, aislamiento o confinamiento puede ser fácil. Son medidas extremas que se deben tomar ante una amenaza de pandemia como la que estamos enfrentando. En asuntos de salud, es un asunto de máxima responsabilidad con nosotros mismos y los demás.

El coronavirus es un enemigo invisible, silencioso, que nos puede contagiar con el menor de los descuidos y convertirnos además, en foco de contagio. Ese es el sentido de imponer el distanciamiento social y evitar que las aglomeraciones generen mayor propagación de la pandemia.

Usar mascarillas, guardar la distancia, seguir las recomendaciones estrictas de las autoridades debe ser un acto consciente para evitar el contagio.

Pero por supuesto, tenemos necesidades y también tenemos derechos. Sigamos las instrucciones y protocolos. No salgamos a la calle si no es estrictamente necesario: comprar alimentos, medicamentos, o a nuestros empleos si así lo requiere. Hemos visto que las autoridades han tenido que retener a centenares de personas, en algunos casos por actos de irresponsabilidad absoluta como estar tomando bebidas alcohólicas en las calles.

Las autoridades deben respetar la dignidad de las personas, ser orientadoras y no ser vistos solo como un poder coercitivo que llegue a generar temor entre la población. La PNC y la Fuerza Armada deben ser guías amigables a la población, respetando sus derechos en medio de las circunstancias extraordinarias que estamos viviendo.