Sin duda es una excelente noticia saber que los homicidios han ido a la baja. Durante al menos las últimas dos décadas, éste es un índice que solo hemos visto incrementarse y en los últimos dos meses parece que la tendencia empieza a bajar.

El presidente Nayib Bukele ha dado cifras que nos señalan la baja de homicidios. El fiscal general Melara y la PNC confirman la tendencia. Así como hemos sido duros críticos de la inseguridad, creo que es digno reconocer que empezamos a ver esperanza que esta situación puede mejorar notablemente y además, recuperar una convivencia y armonía que como pueblo hemos perdido y nos ha obligado a migrar, a huir.

Sin duda, queda mucho por hacer. Será un proceso largo y difícil porque el crimen organizado tiene ramificaciones profundas, hasta en los mismos cuerpos de seguridad como vimos la semana pasada cuando el ministro de Defensa denunciaba que unos 300 delincuentes intentaron infiltrarse en las filas militares. Pero lo importante es que haya la convicción, la voluntad política, las ganas de hacer las cosas bien y arrebatarle al país a las bandas criminales para devolvérselo al salvadoreño trabajador que con dignidad y sacrificio sale todas las mañanas a buscar el pan para sus hijos. Esta debe ser una tarea fundamental del nuevo gobierno y de toda la sociedad que debemos colaborar con este objetivo. El Salvador debe recuperar su esperanza, abandonar el pesimismo que tanto daño nos ha hecho. Es un ciclo virtuoso que se puede conseguir: si mejoramos la seguridad, hay mayor inversión y más empleos. Si hay más gente trabajando y jóvenes enfocados en su futuro, el caldo de cultivo de las pandillas se irá secando. El Salvador merece esto y más, este país tan lindo merece recuperar su sonrisa y ser un referente positivo para nosotros y para quienes nos visiten.