La historia democrática de nuestros país se limita a apenas 35 años desde 1994 a la fecha de los casi 200 de existencias. El último Golpe de Estado de 1979 derrumbó el muro del militarismo en el país e inicio un proceso democrático en donde podemos elegir libremente nuestros gobernantes, sin que se impongan los gobiernos con sendos fraudes electorales.

Después de 35 años, la esperanza se volvió frustración después de ver pasar gobiernos de todos los colores que no cambian en mucho la realidad de los más necesitados, y lo que se hizo fue arrojar de nuestro país a la tercera parte de la población y que al final es esa tercera parte que está manteniendo a flote la economía del país con los cientos de miles de dólares, que envían todos los meses por medio de las remesas familiares.

Con las elecciones presidenciales de este año y la elección de un nuevo presidente, que ganó las elecciones con una partido diferente a los partidos tradicionales que hicieron de la polarización su “modus vivendi” ha avivado nuevamente la llama de la esperanza, con las promesas de un joven presidente que promete cambiar esa realidad de las mayoría desposeídas de este país, su mensaje fue aceptado por una inmensa mayoría y elegido presidente para el periodo 2019 -2024.

En apenas 100 días, tal cual flautista de fábula, encabeza una multitud sin precedentes que lo apoya en forma incondicional, quedando tan solo un 4% que mira con desconfianza lo que está haciendo.

Lo que estamos viendo es algo nunca visto en el país, con estos resultados el envalentonado presidente promete limpiar de la cancha de la política a todos lo político corruptos de este país y lograr en el 2021 una inmensa mayoría en la Asamblea que le dé el control total, y de esa forma nombrar al Fiscal General, al Presidente de la Corte de Cuentas, al Procurador General de la República, al Presidente de la Procuraduría de los derechos humanos, a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, a los magistrados del Tribunal Supremo Electoral, en otras palabras tener el poder absoluto concentrado en un solo hombre.

Hasta hoy lo que hemos visto es que todos sus funcionarios que lo rodean tienen que decir sí a todo lo que dice, y el que se atreve a decir algo que no le guste se tiene que disculpar en público tal como lo hizo el ministro de Justicia y Seguridad Pública que dijo que se tenía que despedir al Asesor de Seguridad de la Presidencia, ¿No les da miedo? A mí sí, me veo en los espejos de Nicaragua y Venezuela, donde los poderes absolutos están en manos de un solo hombre, lo que ha llevado a esos países al borde de la ruina y no hay poder en la tierra que los puede sacar a esos dictadores de donde están.

¿Quién me puede asegurar que aquí en el país va ser diferente, que teniendo el poder absoluto va a beneficiar a las mayorías desposeídas de este país, que va a erradicar la pobreza extrema, que va a ver oportunidad de trabajos justamente remunerados para nuestros jóvenes, que ya no va a ver necesidad de mirar hacia el norte, que habrá salud, educación, agua y vivienda para todos?

Este es un llamado de atención para el 93% de hasta ahora está ilusionado con el flautista presidente, o estamos a tiempo de ver otras caminos políticos como “Nuestro Tiempo”, “Vamos”, “Democracia Salvadoreña”, etc.

En nuestras manos está la respuesta, no vayamos a pasar de la esperanza a la frustración.